Ramón
Gómez de la Serna
página actualizada a 17/03/02
DICCIONARIO
DE SU VIDA
bibliografía estudios
periodismo BoletínRAMÓN
noticias
foro
anterior< EL TORREÓN DE VELÁZQUEZ >siguiente | |
![]() Ramón con la maniquí de cera, en el torreón
|
Cuando
muere su padre, Ramón adquiere el terreno para empezar a construirse El
Ventanal, en Estoril (también le tocó el segundo premio de la
lotería) y alquila el torreón de la calle Velázquez. Cuenta que se lo alquiló al Vizconde de Matamala, por 25 pesetas al mes (Automoribundia, Guadarrama, Madrid 1974, p. 335). "El efecto de aquel pabellón solitario en lo alto, frente al jardín de la casa y los jardines del Retiro, era mágico. La alcoba era abuhardillada como un nicho pero doté de una madera corrediza al ventanillo oblicuo que daba al cielo y comencé a vivir la estrecha vida del huérfano. Lo único malo del invierno es que se llenaba de gotas el techo que gravitaba sobre mí, como tetillas de loba romana que me convertía en Rómulo y Remo -los dos en uno-, pero eso también lo arreglé con amianto y una pintura especial. (...) Me llega de París una muñeca de cera que compré con el dinero de la herencia. Yo había tenido otra muñeca de cera entrañable, dramática, fascinante, pero se me murió en irreparable rotura. El maniquí de cera es el único "ralentí" que se puede conseguir de la mujer en reposo de un gesto, la única imagen de la mujer que puede merecer demencia religiosa, con una religiosidad vital, sin la abstracción a que conducen los mármoles y que cuando llega algún aporte femenino a la mesa de los espiritistas es una mano de parafina". El torreón reproduce su mundo y le confirma: "La literatura no es más que tener talento literario y meterse en casa a escribir, sin pensar si se está haciendo por la vida o por la muerte." Luisa Sofovich, en el libro La Vida sin Ramón, (Ediciones Libertarias, Madrid 1994), habla sobre la muñeca de cera, y nos cuenta que sustituyó a la anterior, también de cera, que se le había roto, ya en la casa de la calle de la Puebla; y que refiriéndose a ella le confió Ramón: "Representa al tipo común y señoritil de esas señoritas que dicen que nos comprenden, y tiene algunas ventajas." Y continua ella: - ¿Cuáles? -pregunté mirando de reojo. - Nunca le sale un grano. Me reí; pero, la verdad, no las tenía todas conmigo. Opté por desentenderme de ella. Sin embargo, a veces, cuando muy en la alta noche regresábamos, yo tenía un sobresalto al verla tan erguida, silenciosa, resignada. Era, no cabía duda, la mujer ideal, la que no hace escenas de celos, ni pide más trajes ni más diversiones y está siempre linda, bien peinada, fresa y adorando a su marido." El torreón no existe ya. En Automoribundia (p.492) Ramón cuenta que en el torreón vivió antes "el raro Ramón Acín". En Ramón Acín, 1888-1936, una estética anarquista y de vanguardia (Sonya Torres Planells; Virus editorial, Barcelona 1998), se anota que se conserva un recibo de alquiler del torreón, firmado por el Marqués de Zafra, por el alquiler del cuarto/torre de la calle Velázquez nº 4 a D. Ramón Acín Aquilué, desde el 11 de febrero de 1917 a 11 de marzo del mismo año, por treinta y cinco pesetas (op. cit. p. 32). |