RAMÓN Y MACEDONIO FERNÁNDEZ: AFINIDADES ELECTIVAS

CARLOS GARCÍAcarlos.garcia-hamburg@t-online.de

(Hamburgo, 17-VII-2001)

La presente glosa se acerca sólo de refilón a dos autores excepcionales, acerca de cuya amistad falta aún un estudio meduloso.

No podrá ya imaginarse para alguien en nuestras letras un papel similar al que cupiera a Ramón en los años veinte en las españolas, y aun en ciertos círculos de las hispano­americanas. Mimado por la fortuna parental, Ramón hizo sus primeras armas literarias en la revista Prometeo, desde donde difundió los primeros impulsos vanguardistas en la Península, y donde comenzó a ensayar su peculiar estilo, rara mezcla de inepcia gramatical, omnívora degustación del lenguaje y escenificación de su persona.

En las antípodas caracteriales de Ramón se encuentra el argentino Macedonio Fernández (1874-1952), hombre circunspecto, serio humorista, alegre pensador de Metafísica y "Belarte", oscurecido padre de la vanguardia argentina. Aunque Macedonio (como pronto sería conocido) limitó su accionar a algunos barrios y cafés de Buenos Aires, a tertulias menos orgánicas que las escenificadas por Ramón en "Pombo", su personalidad influyó en la juventud de la vanguardia literaria argentina en las décadas del 20 y del 30, desde que Borges comenzara, a partir de 1921, a introducirlo en ese ámbito. Su obra es la más singular producida por un argentino en este siglo.

El Museo de la Novela de la Eterna, de apari­ción póstuma, pero de subterránea presencia en los ámbitos literarios porteños desde mediados de la década del veinte hasta su publicación en 1967, es el más radical intento de modernidad que se arriesgara en el país (la Bibliografía registra la edición canónica, a cargo de Ana Camblong).

Ramón, un hombrecito regordete y de aspecto casi ridículo, de costumbres y gustos abstrusos, se embellecía y agigantaba por escrito, arrollando al lector con metáforas disparatadas, comparaciones noveles, evoluciones inesperadas del discurso, a veces apareado a acrobacias más o menos payasescas en sus sonadas lecturas públicas.

Aunque en Madrid retratara a cuanta figura pasara por su célebre tertulia de "Pombo" con insidiosa mezcla de elogio y desdén, amortiguada, si acaso, por el humor, Ramón mantuvo hacia Macedonio una extraña y fiel solidaridad a lo largo de decenios, documentada en cartas y dedicatorias, en un elogioso y recatado artículo (publicado en tres versiones diferentes, crecientes como olas), y en su apoyo moral y de hecho a la publicación de Papeles de Recienvenido. Continuación de la Nada (1944) – uno de los cuatro libros publicados en vida por Macedonio Fernández.

En un texto temprano, Macedonio estipula (OC III 247):

Lo que vanamente y puerilmente se intenta con las interjecciones y con los gruesos asuntos trágicos: autenticar un sentimiento del autor, no se logra con ello; sólo se logra con la Metáfora, que por eso he llamado interjección conceptiva, porque sólo el que obtiene una distante y sutil pesquisa de semejanza acredita con ello haber sentido [...].

Ese pasaje, elegido entre muchos posibles, ilustra qué atrajo a Macedonio en Ramón: no el histrionismo, no el disparate más o menos inteligente o absurdo, sino la reiterada demostración lingüística de su capacidad de pasión (recuérdese que Macedonio otorgaba a la Pasión un papel preponderante en su construcción metafísica, documentada en No toda es vigilia la de los ojos abiertos, 1928).

Ramón, por su parte, sintió desde temprano simpatía por los "raros", como Silverio Lanza (una selección de cuyas obras prologara en 1920). Pero la mayor parte de su activa solidaridad con Macedonio en la década del 40 debe haber surgido a raíz de que, en cierto sentido, ambos compartieron un destino similar en el Buenos Ai­res de 1936 en adelante.

En la década del veinte, Macedonio había sido mimado y "desvalijado" (el giro es suyo) por la prole vanguardista, cuyos integrantes siguieron después rumbos propios.1

1             El "discípulo" por antonomasia de Macedonio fue, hacia 1921-1927, Jorge Luis Bor­ges, quien luego se distanciaría de sus pos­tu­lados. Cf. mi edición de la Co­rres­pondencia entre ambos.

Algo similar había ocu­rrido a Ramón, quien, atemorizado por las evoluciones políticas en España, se había radicado, a poco de comenzada la Guerra Civil, en Buenos Aires. Aunque escribió mucho sobre la ciudad (cf. el volumen XV de sus Obras Completas), no alcanzó a comprender la mentalidad de sus habitantes, ni entabló con ella la relación a que lo tenía acostumbrado Madrid (en ello tuvo parte la infeliz postura política de Ramón, partidario del incipiente franquismo).

Podría decirse que se trataba de dos exiliados. De los dos, Ramón fue el personaje más trágico, ya que su caída fue de más altura pública, pero, especialmente, porque él necesitaba más del público para  poder hacer  obra,  mientras  que  Macedonio  llenaba cuartillas en sus cuartos de pensión, y las regalaba a sus amigos o las abandonaba al mudarse. 2

2             No quiere esto decir, como insinuara repetida y equivocadamente Borges, que Macedonio fuese un mero "genio oral". Su vida es la de un tipo especial de escritor, que asume las deplorables condiciones del campo cultural de su época y juega con ellas. El anunciar y no cumplir la publicación de sus obras era parte del juego: antes de dar a luz sus obras, Macedonio debió crear el público idóneo para leerlas.

Al parecer, fue Ramón quien inició el contacto, por correspondencia, hacia 1925, tras la lectura de textos de Macedonio aparecidos en la revista Proa (en la cual ambos colaboraban), tal como dice en su prólogo a la reedición aumentada de Papeles de Recienvenido (1944: 11):

 Cuando en la lejana España leí sus primeros párrafos indagué en seguida su dirección y le escribí cartas admirativas y estimuladoras.

El primer testimonio fechable de la relación entre ambos es un artículo de Macedonio aparecido en el periódico Martín Fierro (número 19, Buenos Aires, 18-VII-25), cuando ya se sabía que la planeada visita de Ramón, anunciada a fines de 1924 en Proa, mediante la publicación de una carta del español a Borges, no tendría lugar. De entre las subsistentes, la primera carta datable entre ambos es de 1928 (de Macedonio a Ramón, 11-IX-28; OC II 46-48). De allí se desprende que varias la habían precedido en ambas direccio­nes. La última carta fechable es de diciembre de 1951, escrita por Ramón pocas semanas antes de la muerte de Macedonio (cf. abajo, "Apéndice").

En 1943, Ramón colaboró en la revista Papeles de Buenos Aires, dirigida por los hijos de Macedonio, con los trabajos "Lita-Foi" y "La sombrilla blanca" (núm.1, septiembre 1943)  y "La Aureola Libertada” (número 2,noviembre de 1943).

En un texto de 1948 poco divulgado, y tras aludir a los corrillos literarios de Buenos Aires, Ramón hace el siguiente elogio de Macedonio:

 Pero entre esa mezcla que tiene todos los matices, hay un literato singular, el que más admiro yo, porque ha reunido la arquitectura del pensamiento y la lengua española a la arquitectura criolla, Macedonio Fernández, que lleva sesenta años sin ser visto, haciéndose el viejo para justificar su jubilación, que comenzó a los dieciséis años, cuando es el precursor de todos.

Yo tengo, por excepción, el teléfono de Macedonio, y alguna vez hablo con él, sin saber desde qué campichuelo me habla, y soy de los pocos que le ven una vez cada dos años, ya que siempre he tenido la suerte de merecer visitar a esos hombres puros que vivieron el aparte de su monólogo de cabellos blancos en casillas, a cuyo aldabón de hierro nadie llamaba [...].

Para muchos está como muerto Macedonio, y como en el cementerio de La Recoleta se destaca un panteón, con tipo de academia pitagórica, que tiene en el frontis las letras de su mismo nombre, que fue el de su padre, lo dan por panteontizado, pero acaba de aparecer en edición renovada su obra Papeles del recién venido [sic!], en cuyo prólogo yo trazo su figura personal y le hago justicia plena.

Macedonio no tendrá ni pagado banquete, pues cuando alguna vez asistió a los del grupo Martín Fierro, siempre se leyó una carta suya en que se disculpaba de no poder asistir al ágape en que ya estaba sentado, y cuando le pidieron un brindis, leyó el brindis de no brindar. 3

3             Ramón Gómez de la Serna: Explicación de Buenos Aires [1948]: Obras com­pletas XV. Ed. Ioana Zlotescu. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 1998, 603-604.

Reproduzco a continuación las dedicatorias de Ramón a Macedonio que sobreviven en el archivo familiar del segundo (agradezco al hijo de Macedonio, Sr. Adolfo de Obieta, haberme permi­tido el acceso a la biblioteca de su padre).

Se advertirá que la imperfecta tradición del material no conserva ninguno de los textos tempranos, de fines de la década del veinte y de la del treinta. En carta a Ramón del 9-V-29 (OC II 51), Macedonio alude a las "cartas y dedicatorias tan cordiales de usted a mí" – pero estas no figuran hoy en el archivo familiar:

1.      (1941a): Retratos contemporáneos. Buenos Aires: Sudamericana, 1941: "Para mi muy / admirado / y querido Ma­cedonio / del que digo / muchas cosas que / se merece, pero no / todas aun. / Con mucho afecto / RAMÓN / Agosto 1941".

2.      (1941b): Pombo. Biografía del célebre café y de otros cafés famosos. Bue­nos Aires: Editorial Juventud, 1941 (colofón: 14-XI-41): "Para mi querido / y gran Macedonio con / mi mas profunda / admiración y el / afecto ya viejo / de / RAMÓN / Noviembre - 1941".

3.      (1943): Lo cursi y otros ensayos. Buenos Aires: Sudamericana, 1943 (colofón: 30-X-43): "Para Macedonio / Fernández, / el metafísico admirable / con mucho / cariño y /admiración / de / RAMÓN".

4.   (1945): Nuevos retratos contemporáneos. Buenos Aires: Sudamericana, 1945 (colofón: 8-XII-45):  "¡Feliz 1946!  / A mi querido  /  e inconmensurable / Macedonio con / la más constante / admiración y / afecto de / RAMÓN". Marcas de lectura sólo en los capítulos titulados "Pedro-Luis de Gálvez" y "Pirandello". El pri­mero fue un poeta y "sablista" que asolara Madrid; Borges lo trató en España a comienzos de 1920, año en que le dedicó un soneto no publicado en vida: "Pedro-Luis en Martigny" (Textos recobrados, 48). La admiración que el joven Borges sintió por Pedro-Luis de Gálvez puede haber sido la razón del interés de Macedonio en ese capítulo. Su interés en Pirandello debe estar relacionado con la desrealización (tema caro a Macedonio) que éste intentara plasmar en sus obras.

5.      (1947a): El hombre perdido. Buenos Aires: Poseidón, 1947 (co­lofón: 2-I-47): "Para mi muy / admirado y querido / Macedonio e hijos / con insobornable amistad y admiración / RAMÓN / ¡Feliz 1947! / 16 Enero 1947". El volumen contiene numerosos pasajes subrayados o marcados, y varias notas manuscritas de Macedonio. Una de ellas: "Los dos mejores hombres de la humanidad Sancho y Quijote, no existieron!"

6.      (1947b): Obras selectas. Madrid: Editorial Plenitud, 1947: "Para mi muy / querido y / muy admirado / Macedonio / con abrazos / de / RAMÓN / 1948". Numerosas notas manuscritas de Macedonio (inéditas) a "Greguerías", pp. 501-503.

7.      (1948): Automoribundia. Buenos Ai­res: Sudamericana, s/f [1948]. El ejemplar conservado no contiene dedicatoria, pero se menciona el título en la correspondencia entre Mace­donio y Ramón (OC II 280 y 68).

Mención especial merece una dedicatoria impresa, que Ramón antepuso a su libro Quevedo (1953: 9), aparecido tras la muerte de Macedonio (agradezco el dato a Ana Camblong, Misiones, Argentina):

8.      En memoria de Macedonio Fernández, el Quevedo criollo, como homenaje de imperecedera admiración.

Macedonio, a su vez, dedicó todos sus libros a Ramón; ignoro, sin embargo, su paradero actual. Al respecto, encuentro los siguientes indicios:
No toda es vigilia la de los ojos abiertos (1928): No parece haberse conservado el ejemplar, pero cf. carta de Macedonio a Ramón del 11-IX-28, OC II 46: "(Envíole mi libro el mismo día) ... Mi dedicatoria es la frase rigurosa de mi juicio de Ud." 4

4             En  carta  inédita,  recibida  por  Guillermo  de  Torre el 1-X-28, Ramón había escrito lo siguiente: "Macedonio no me ha enviado su libro y lo espero con verdadera avidez". La misma carta contiene otro testimonio del aprecio de Ramón por Macedonio: entre éste, Torre y Borges surgió en 1928 un entredicho (al respecto, cf. García 1999), a raíz del cual Ramón inquiere a Torre: "¿Es que está Vd. Mal con Macedonio, que tánto hemos alabado juntos?"
(Preparo la edición anotada de la correspondencia entre Ramón y Torre; cf. Mis anticipos en BoletínRAMÓN 1 y 2, Madrid, otoño 2000 y primavera 2001).

En 1939, Macedonio codedicó a Ramón un ejemplar del poemario de su hijo, Adolfo de Obieta (Destino de llorarte; contiene "Muerta mimosa tuya quiero ser Elena Bellamuerte"). Ramón reprodujo esa dedicatoria en su prólogo a Papeles de Recienvenido. Continuación de la Nada (1944: 39): "A Ramón Gómez de la Serna. / Al mayor realista del Mundo como no es. / Macedonio Fernández / (El metafísico del Mundo como No-Ser)".

Ramón cita esta dedicatoria en el prólogo (de septiembre de 1946) a su novela El hombre perdido (Madrid: Espasa-Calpe, 1962, p. 10).

Papeles de Recienvenido. Continuación de la Nada (1944): "A Ramón Gómez de la Serna, Supremo en la Gracia, / su encariñado y alentado lector, / Macedonio, julio de 1944" (según Borinsky 1970: 103).

Queda por hacer un estudio detallado de esta relación, así como una investigación de las "simpatías y diferencias" entre sus respectivas obras.

Apéndice

Datación de las cartas de Ramón a Macedonio (1931-1951).
Carlos García (colaboración: Martín Greco).

Las misivas, cuyos originales se conservan en Buenos Aires, figuran en Macedonio Fernández: Epistolario, Obras Completas II (Buenos Aires: Corregidor, 1976, pp. 275-284).

Lamentablemente, esa edición no respeta el orden cronológico, ni data algunas cartas sin fecha, aunque ello es posible.

A continuación, listo las cartas en el orden que les atribuyo (agrego fechas conjeturales cuando faltan, y al final de la línea referencia a la paginación de las Obras Completas de Macedonio):

 

1.             Buenos Aires, 26-I-31 (pp. 275).

2.             Buenos Aires, 23-VIII-31 (p. 276).

3.              Buenos Aires, sin fecha, ca. junio de 1933 (p.275).

4.             Buenos Aires, febrero de 1938 (p. 276-277).

5.             Buenos Aires, sin fecha, ca. 1940 (p. 278).

6.             Buenos Aires, 13-IV-41 (p. 278-279).

7.             Buenos Aires, sin fecha, ca. septiembre de 1941 (p. 277-278).

8.             Buenos Aires, diciembre de 1944 (pp. 279-280).

9.             Buenos Aires, sin fecha, ca. junio de 1948 (p.280).

10.         Buenos Aires, sin fecha, ca. marzo de1949 (p.281).

11.        Buenos Aires, sin fecha, ca. julio de 1949 (p.281).

12.         Buenos Aires, 8-IX-49 (p. 282).

13.         Buenos Aires, 24-XII-50 (p. 283).

14.         Buenos Aires, 20-XII-51 (p. 284).

15.         Buenos Aires, sin fecha y sin asidero para datarla (p. 282). Gracias a la mención de Poe podría fechársela    entre ca. 1943 y 1952; por intuición, lo haría hacia 1950-1951.

Bibliografía

Borges, Jorge Luis (1961): Macedonio Fernández. Selección y prólogo: J. L. Bor­ges. Buenos Aires: Edi­ciones Culturales Argentinas, 1961.

Borges, Jorge Luis (1975): Prólogos; con un prólogo de prólogos. Buenos Ai­res: Torres Agüe­ro, 1975.

Borges, Jorge Luis: Textos recobrados, 1919-1929. Buenos Aires: Emecé, 1997.

Borges, Jorge Luis: Un ensayo autobiográfico. Prólogo: Aníbal Gon­zález. Bar­ce­lona: Galaxia Gu­ten­berg, 1999.

Borinsky, Alicia: "In­troducción" a "Co­rres­pon­den­cia de Macedonio Fernández a Ramón Gómez de la Serna": Revista Ibe­ro­ame­­ricana XXXVI 70, Pittsburgh, ene.-mar. 1970. Las mismas car­­tas figu­ran en el Epistolario de Macedonio, OC II.

Camblong, Ana: "Macedonio Fernández: relaciones tex­tuales más-he­dónicas": Varios: En­sayos de crí­tica lite­raria año 1983. Editorial de Bel­grano, 1983, 159-269.

Fernández, Macedonio: Museo de la Novela de la Eterna. Ed. crítica: Ana Cam­­­­blong. Madrid: FCE, 1993 (Archivos, 25).

Fernández, Macedonio: Obras completas: II (Epistolario), III (Teorías), IX (Todo y Nada). Buenos Aires: Corregidor, 1976, 1974, 1995.

García, Carlos: "Borges y Macedonio: Un incidente de 1928": Cuader­nos His­pa­­­noamericanos 585, Madrid, mar. 1999, 59-66.

García, Carlos: "Crónica de una amistad": Macedonio Fernández / Jor­­ge Luis Bor­­ges: Correspondencia 1922-1939. Edición y notas: Carlos García. Buenos Aires: Corregidor, 2000.

Mattalía, Sonia: "Ramón Gómez de la Serna, Macedonio Fernández, Jorge Luis Borges: el cruce vanguardista y la agonía de la novela": Sonia Mattalía (Ed.): Borges entre la tradición y la vanguardia. Valencia: Generalitat Va­len­ciana, 1990, 121-136.