Decadentes y jóvenes nuevos "interpolados": Ramón y sus criterios de selección para PROMETEO |
Andrew A. Anderson, andander@umich.edu |
(Aparecido en Revista Canadiense de Estudios Hispánicos Vol. XX, 2, invierno 1996) |
Prometeo suele
identificarse como la primera revista vanguardista española, pero un análisis
detenido de los autores extranjeros que aparecieron en sus páginas sugiere una
situación más compleja y ambigua. Gracias a la correspondencia entre Ramón Gómez
de la Serna, su director, y Ricardo Baeza, el más importante de sus
traductores, podemos rastrear los gustos estéticos de ambos literatos y
observar en detalle la transición entre el estilo decadente de fin de siglo,
todavía considerado por muchos muy avanzado, y los primeros atisbos de lo que
luego sería la vanguardia. El que Gómez de la Serna exprese en varias cartas
dirigidas a Baeza su intención de conseguir en Prometeo una mezcla
inquietante de las dos tendencias, revela claramente sus criterios literarios de
aquella época.
Al reseñar en 1919 la primera
edición de las Greguerías de Ramón Gómez de la Serna, Rafael
Cansinos-Asséns evocó la memoria de la revista Prometeo e intentó
definir lo que había significado para el mundo literario español su publicación
diez años antes. En particular, señaló tanto “los poetas ultrasimbólicos y
fantasistas” como los “manifiestos futuristas [ de
] Marinetti”
que vieron la luz en sus páginas, para luego concluir:
“No
obstante su devoción a los últimos maestros del siglo XIX, manifiesta en
traducciones de Wilde, de Remy de Gourmont y de Rachilde, Prometeo fue entre nosotros un manifiesto de arte
nuevo, que ensanchó el horizonte de los espejos de los últimos cenáculos
novecentistas... Con su amalgama de antiguo y de moderno, Prometeo
refleja la proteica fisonomía de su animador.” (‘El arte nuevo...’
165). 1
1
También de gran interés son las observaciones hechas dos años antes en
el “Responso a Prometeo”. Allí Cansinos diferenciaba entre “su”
generación, bajo el signo de Verlaine, y la próxima, más “juvenil”, cuyos
padres espirituales eran, según él, Whitman y Marinetti. A continuación añadió,
sin más comentarios, que “ en ella [la revista] se publicaron... traducciones escrupulosas y
primeras de las más áureas páginas de Wilde, de Gourmont, de Rachilde y de
Whitman” (273). |
La, para algunos, curiosa mezcla de
firmas extranjeras que reúnen los 38 números de Prometeo ha seguido llamando la atención de los críticos
más modernos, aunque es de notar que a veces sus juicios son contradictorios
entre sí. Así, por ejemplo, Calvi caracteriza a la revista de
“revolucionaria”:
“...
Ramón, quien con el tiempo irá abandonando el espíritu anarquizante para
concentrarse en los aspectos exclusivamente literarios. Pero tampoco en este
terreno la revista deja de ser menos revolucionaria: además de ofrecer espacio
a las nuevas generaciones... y publicar obras de escritores extranjeros tales
como D’Annunzio, Oscar Wilde y Lautréamont, Prometeo
acoge en sus páginas uno de los primeros documentos de la oleada de rebeldía
que en pocos años trastocará la cultura europea, el ‘Manifiesto del
Futurismo’ de Marinetti...” (15)
Por su parte, Gaspar Gómez de la
Serna califica a los escritores extranjeros de los “más innovadores” y
“desconocidos en España”:
“...
junto a los nombres de los escritores españoles nuevos y novísimos de
entonces... van
colocándose los de los lite
2 La frase “casi desconocidos” ya fue utilizada por Julio Gómez de la Serna, quien, en su evocación de Prometeo, los encontró, además, de la “más selecta altura” (13). |
Soria Olmedo prefiere una
perspectiva más neutral:
“Por
el momento, pues, reacción decidida contra los restos del naturalismo y el
positivismo de la literatura decimonónica: difusión e imitación de todo tipo
de literatura ‘fin de siècle’. Por las páginas de Prometeo
desfilan Mistral, O. Wilde, M. Schwob, P. Fort, G. Rodenbach, D’Annunzio,
Whitman, Maeterlinck, R. De Gourmont, F. Jammes, Rachilde, Verhearen, Colette
Willy, y ... Ricardo Baeza como traductor.” (30-31)
mientras que Paniagua opina que, con la única
excepción de Marinetti, la lista extranjera es “sistema ‘casi
establecido’ ”:
“En
esta tarea de acarreo de valores de otras literaturas quizá lo más importante
fueran los dos clarinazos de Marinetti en Prometeo, muy madrugadores por
cierto. El resto era sistema “casi establecido”: Remy de Gourmont, Anatole
France, Shaw, Wilde, Colette, Rachilde, Rodenbach, Maeterlinck, Papini, D’Annunzio,
Paul Fort, Aloysius Bertrand, Gorki, Lautréamont... en una mezcolanza de
estilos y de temas colmada de contrastes.” (167-68)
García de la Concha avanza un paso más, desde
“establecido” hasta completamente “tradicionales”:
“Basta
examinar el censo de escritores extranjeros que colaboran en Prometeo, o de quienes se recogen textos
–traducidos en su mayor parte por Ricardo Baeza–, para advertir que, al
margen de los futuristas y sus mentados precursores, sólo figuran firmas que
podemos considerar “tradicionales”: Remy de Gourmont, Anatole France,
Bernard Shaw, Oscar Wilde, Georges Rodenbach, Paul Fort, etc... El predominio
es, desde luego, francés.” (79)
Para evaluar mejor y con mayor
rigor los gustos estéticos del joven Ramón y los criterios de selección que
aplicaba al compilar los números de la revista, disponemos de una nueva fuente
de información, que revela claramente sus actitudes y entusiasmos durante la época
en cuestión. Se trata de un epistolario entre él y su amigo Ricardo Baeza,
quien, como se desprende de las citas ya reproducidas, era unos de los más
frecuentes colaboradores, sobre todo como traductor, en las páginas de Prometeo.
3
3 Se han conservado las cartas de Gómez de la Serna a Baeza en el archivo particular de su familia; la otra “mitad” del epistolario, es decir las cartas escritas por Baeza, no se halla entre los papeles de Gómez de la Serna adquiridos por la Universidad de Pittsburgh en 1967, y por el momento no disponemos de otra pista para su posible localización. Para una introducción parcial a la figura y biografía de Baeza, véase Anderson, “Ricardo Baeza y el teatro”. |
Es, quizás, precisamente en la elección de escritores extranjeros donde mejor se perfila la orientación artística de la revista y, a través de ella, del mismo Gómez de la Serna.4
4
En un texto del verano de 1910, Gómez de la Serna critica severa y
mordazmente la producción literaria española de “estos últimos años”, no
encontrando en ella “ninguna ram-plonería más estupenda”; en medio de
“este doloroso yermo español”, son los escritores extranjeros modernos
quienes han ofrecido estímulos artísticos e intelectuales (“Loa” 343-44). |
En el curso de sus años de
publicación, figuraron en la revista alrededor de cuarenta escritores de otros
países, algunos evidentemente en más de una ocasión. 5
5
Observa Paniagua: “Un signo distintivo de Prometeo fue
precisamente éste: su actitud alerta ante el exterior... Si no fue una revista europea...
sí era, en cambio, una publicación con ventanas hacia afuera” (167); véanse
también Granjel, Retrato de Ramón, 147, y Granjel, “Prometeo...”. |
Baeza fue el responsable de 36 traducciones de 18 autores y de 5
lenguas, que aparecieron en 25 números distintos. Al examinar una serie de
peticiones, de encargos, de envíos no solicitados y de comentarios, todos ellos
intercambiados entre Ramón y Baeza, podemos reconstruir con bastante detalle
las intenciones, las opiniones y las preferencias del director de Prometeo.
Tres meses después de la fundación de la revista,
en una carta del 20 de febrero de 1909, Ramón tardíamente acusó recibo de una
tarjeta de Baeza con sus saludos de Año Nuevo. A renglón seguido, le abrió
sus páginas de manera escueta: “Prometeo está a tu disposición”,
invitación que se completó con la promesa de incorporar cualquier colaboración
suya en el próximo número:
“Si
no las [ cuartillas ] quieres hacer originales, puedes enviarme la traducción de
algún artículo o cuento o opúsculo... Una cosa cálida y valiente que no
exceda de 25 cuartillas. Traducción de Ricardo Baeza será la rúbrica
impresa del trabajo.” 6
6
Carta nº 1: [ M ]
20 febrero 1909. Hay 35 cartas escritas por Gómez de la Serna que datan de esta
época: he podido establecer provisionalmente el orden cronológico de la mayoría
de ellas (muchas conservan su sobre con la fecha de matasellos [
M ]
). Para los propósitos
de este artículo, he asignado a las cartas los números 1-31; las cuatro que ha
resultado imposible insertar en su debido lugar dentro de la serie, por una
falta de indicaciones cronológicas precisas, llevan la identificación A-D. |
En muchas cartas sucesivas –y en
muchos números de Prometeo, empezando con el mismo número 4
correspondiente a febrero de 1909– podemos rastrear los múltiples y fructíferos
resultados de esta magnánima oferta.
Por un lado, Gómez de la Serna a
veces pedía traducciones de autores específicos, a veces describía en términos
más generales el tipo de escritor o de texto que quería publicar, dejando la
selección en manos de Baeza. Por otro lado, Baeza a veces intentaba satisfacer
los pedidos y seguir las directrices de Ramón, mientras que en otros momentos
sencillamente escogía lo que él quería traducir y luego se lo mandaba, sin más,
a su amigo. 7 En estas ocasiones Ramón casi siempre daba el visto
bueno; como consecuencia, aunque Gómez de la Serna controlaba la revista, el
repertorio de autores extranjeros incluidos responde más bien a la combinación
de los gustos de Ramón y de Baeza en aquel entonces, gustos evidentemente muy
cercanos durante estos años universitarios. 8
7
La visión que ofrece Granjel es, evidentemente, demasiado sencilla,
cuando habla únicamente de “las versiones que... [ Gómez de la Serna ]
encargó realizar a Ricardo Baeza” (Retrato de Ramón 114), o asevera
que “la traducción de estos textos, seleccionados por Ramón, estuvo a cargo
de Ricardo Baeza” (“Prometeo...” 6). 8
Con una excepción reveladora: en una carta a Baeza Ramón se refiere a
Marinetti como “ese hombre a quien execras” (carta nº 20: [
M ]
19 julio 1910). Vale la pena recordar que en 1910 ambos eran todavía
estudiantes de licenciatura. |
A continuación, vamos a presentar
algunas muestras de todas estas facetas de su trato epistolar. Por ejemplo, Ramón
podía dejar enteramente al criterio de Baeza la elección del autor y del texto
traducido:
“Envía lo que quieras a tu agradecido amigo...” (carta nº 2: [ M ] 4 de marzo 1909)
“Prepárame
una cosa formidable de quien quieras para el nº próximo que quiero que sea
excelente... Si puedes enviarme para elegir mejor que mejor.” (carta
nº 3: [ M ] 12
de junio 1909)
Confiaba en lo que él llamó en una carta “tu
gusto único” (carta nº 19: [ M
] 13 de julio 1910) y, que sepamos, nunca tuvo motivo para sentirse
defraudado:
“Te
agradezco mucho tus dos traducciones; son... de una originalidad las dos
producciones, maravillosa. Mi ptimismo respecto a ti, esperaba la selección que
has demostrado.” (carta
nº 2: [ M ] 4
de marzo 1909).
“Habías
pensado en algún italiano y en algún alemán contemporáneo... y me parece
extraordinariamente bien...” (carta
nº 17: [ M ]
3 de julio 1910)
En otras ocasiones, más frecuentes quizás, Gómez
de la Serna daba a su colaborador una idea general del tipo de cosa que quería
para Prometeo, alguna orientación, pero sin especificar demasiado:
“Yo
espero que a vuelta de correo me envíes para este mismo nº... para que se
publique, otra traducción corta y un tanto filosófica de pocas cuartillas.” (carta nº 3: [
M ] 12
de junio 1909)
“Escoge
algo... con cierta entraña filosófica, rebelde y apostólica.” (carta nº 4: [ M
] 21 de junio 1909)
“Escríbeme,
envíame traducciones ‘feeriques’ ” 9 (carta nº 10: [
M
] ¿noviembre 1909?)
9
El uso de la palabra francesa, más allá de su intrínseca sugestividad,
señala una posible alusión a una obra de Jules Laforgue, Le Concile féerique
(1886). Como ya veremos, Laforgue es uno de los escritores que Gómez de la
Serna quería incluir en Prometeo. |
“...te
agradecería mucho me enviases una traducción de lo más exquisito y de lo más
supremo..” (carta
nº12: [ M ] 11
de febrero 1910).
A medida que pasaban los meses, las
pautas proporcionadas por Ramón iban cambiando un poco, y siempre hacia lo más
esotérico:
“Quiero
en
[
el
]
próximo
nº publicar tres [ traducciones ] no
largas, de tres herméticos, epatantes y distintos y admirables.”
(carta nº 18: [ M ] 4 de julio 1910)
“Envíame
traducciones, pero traducciones arbitrarias de hombres magníficos... Cosas
cortas sobre todo y variadas.” (carta nº 26: [
M
]
¿otoño
1910?) 10
10 Cf. lo que dijo Gómez de la Serna décadas más tarde en su Automoribundia: “Ricardo me proveía de traducciones, y como añadía “traduxit” a su nombre ya me preguntaban: -¿Qué hace ahora Ricardo Baeza Traduxit?- Más Gourmont.- Más Saint-Pol-Roux.- Más Gaspar de la Noche.- Más Oscar Wilde. Las primeras cosas de todos esos seres extraordinarios, tan recónditos entonces, se publicaron en Prometeo con abundancia e insistencia” (244). |
No obstante esta libertad
relativamente ancha de que gozaba Baeza, de vez en cuando Ramón le proponía el
nombre de un escritor –o, incluso, de una obra– que quería incorporar y que
esperaba que su amigo consintiese en verter al español. De este modo le sugirió,
por ejemplo, “la traducción de algún artículo o cuento o opúsculo de
[ Paul ]
Adam, [
Remy
de]
Gourmont, [ Jean]
Lorrain”
(carta nº 1: [
M
]
20 de febrero 1909).11 Aparte de estos tres, mencionaba Ramón,
aunque de manera algo más tentativa, los nombres de
otros varios franceses: “¿Y Laforgue? ¿Y Rimbaud?”;
[ “]
Y Rollinat y sus Apparitions [ ?]
” ;12
“Para lo de Bloi [sic]
tienes todo el resto de enero.” 13
11
Treinta años después, recordaría Gómez de la Serna que “en el
despacho lleno de luces y sombras, de Ricardo Baeza Traduxit... yo le decía
siempre tuteándole como a compañero de estudios desde el Instituto a la
Universidad: “Tradúceme Gourmont, más Gourmont”
” (Retratos
contem-poráneos 175). Igualmente, en el retrato de “Saint-Pol Roux”
[sic],
Ramón rememoraba: “Allá en el año 1911 yo le pedía a Ricardo Baeza
Traduxit –así le llamábamos por entonces- como contribución a mi revista
mensual Prometeo: ‘¡Más Saint-Paul Roux
[sic] ! ¡Más Saint-Pol Roux
[sic] !’ ” (Nuevos
retratos... 451). 12
Se refiere a Maurice Rollinat (1853-1903) y su libro Les apparitions
(París, 1896). 13 Carta nº 17: [ M ] 3 julio 1910; carta C: ¿otoño 1910?; carta nº 28; enero 1911, respectivamente. |
Dos nombres que aparecían con
cierta frecuencia, pero que Gómez de la Serna casi nunca lograba deletrear
correctamente, eran los de Marcel Schwob y de George Bernard Shaw:
“Escoge
algo como lo de Swob [sic]
..” (carta nº 4: [ M ] 21
de junio 1909)
“Quiero
en
[
el
]
próximo
nº publicar tres [ traducciones ] no
largas... Swob
[sic]
entre
ellos. ¿Algo del Hombre de la máscara de oro?” 14
(carta nº 18: [ M ] 4 de julio 1910)
14 Ramón se equivoca levemente en su traducción: el libro de Schwob se llamaba en realidad Le Roi au masque d’or (1892). |
“No
creas que tengo para mucho tiempo con estas cosas... ¿No tienes el Hombre
de la máscara de oro?...” (carta nº 20: [ M
]
19
de julio 1910)
“No
olvides entre las traducciones alguna ... de Bernard Saw
[
sic
]
.”
(carta
nº 5: [ M ] 30 de junio 1909)
“...
sobre todo quisiera que del inglés me enviases de Bernad Saw
[
sic
]
algo de uno de sus libros de
ensayo o de un teatro, dos cosas mejor que una... Es lo que tengo más interés
en dar y te lo agradeceré mucho... Sobre todo Bernard... no olvides a Bernard.”
(carta nº 26: ¿otoño 1910?)
“Escribe.
Acércate Bernad [
sic ] Shaw.” (carta nº
29: ¿verano 1911?)
“¿Y Bernard Saw [ sic
]? Algo teórico de él o algún drama corto y
desconocido.”
(carta D: ¿otoño 1910?)
Y hay una carta en particular, que
probablemente data del otoño de 1910, donde se explayó más que en cualquier
otro momento:
“Envíame
traducciones... Algo de [Lafcadio] Hearn. Cosas cortas sobre todo y variadas. De
[Paul]
Claudel
alguna cosa dramática y la más breve de las suyas. Poemas de Aloysius Bertrand...
No
te olvides de Saint-Pol-Roux y de [Laurent] Tahillade [ sic
]
... Cosas tuyas
originales y cosas árabes interpretadas entre ti y algún moro de tus
confidentes. Mucho sabor africano, ese rincón del mundo donde aún no hay nada
americanizado.”
(carta nº 26: ¿otoño 1910?)
Queda
bastante evidente en los trámites ya examinados que había una especie de
consulta bilateral entre Ramón y Baeza y que, cuando aquél pedía una traducción
o éste se la ofrecía, se ponían de acuerdo entre ellos. Este arreglo se
refleja repetidamente en comentarios hechos de pasada en la correspondencia:
“De
todas maneras necesito
para publicar al comienzo del nº antes de lo tuyo, la traducción que te ‘pedí’.”
(carta nº 7; [
M
]
17 de septiembre
1909)
“Te
indicaba que me enviases para el nº... la traducción prometida que encabezara
el nº...”
(carta nº 9: [
M
]
5 de octubre
1909)
“Comoquiera
que si fueras a enviarme traducción por petición siempre habría una diferencia retrasadora entre la carta y
el envío y esto comprometería esta normalidad que nos conviene crear... yo me
atrevo a pedirte que simultáneamente, casi simultáneamente me envíes las
traducciones apuntadas. En todos los nºs irán lo primero de todo y
ya tengo puntualizados los números con sitio para dos en cada uno.”
(carta nº 17: [
M
]
3 de julio de
1910)
Aún más interesante es la evidencia de que, si
coincidían en Madrid, Gómez de la Serna y Baeza se reunían de cuando en
cuando con el propósito específico de seleccionar autores aptos para incluir
en Prometeo y ponerse de acuerdo sobre su plan de trabajo:
“Envíame
dos o tres cosas de esas complicadas y abstrusas que convinimos...” (carta
nº 20:
[ M
]
19 de julio
1910)
“Envíame
nuevas cosas en ese sentido por el que nos guiamos al hacer aquella lista
aquella tarde.” (carta C: ¿otoño 1910?) 15
15 En Automoribundia escribió Ramón: “Inventaba cosas para Prometeo, encuestas, manifestaciones, antologías, y viajaba a casa de Ricardo Baeza –mi condiscípulo del Instituto y después de la Universidad- que entonces vivía en una pensión en la casa árabe de la calle de Campomanes, entre libros y pasteles...” (244). |
La gran confianza que Ramón tenía
en su compañero se extendía igualmente a la calidad de las traducciones que
hacía, las cuales, de creer la valoración expresada en muchas cartas, siempre
le gustaban sobremanera. Las calificaba de “perfectas”, de “admirable[s]”
y de “enormes” 16 y le agradecía calurosa e
insistentemente “tu viva colaboración” (carta nº 7: [ M ] 17 de septiembre 1909). Pasajes como los siguientes
menudean en las misivas:
16
Carta nº 2:
[
M
]
4 marzo 1909;
carta nº 8: [
M
]
29 septiembre
1909; carta nº 9:
[
M
]
5 octubre 1909,
respectivamente. |
“Admirable tu labor.
Te la pago en efusión de espíritu. La más leal de las efusiones. Se nota todo
lo que has trabajado y yo no sea más que así, ingenuizándome darte todas las
gracias posibles. ¡Admirabilísimo! ...
Todo me ha gustado muchísimo. Lo he leído, lo he releído y las pruebas y el nº
en que se publiquen después me incitaron a nuevas lecturas.”
(carta nº 20: [M] 19 de julio 1910).
“...
no he dejado de cuidar tus pruebas encantadoras de léxico y de comprensión...
Tus últimos envíos a mi gusto. Shwob [sic]
admirable
y Saint Pol Roux admirable también...
Tú has tenido tiempo de trabajar, así es que espero... unas traducciones como
las últimas, de ésas que tú sólo sabes hacer.” (carta nº 23: otoño 1910).
En efecto, tal era su entusiasmo que llegó a
componer un texto especial para elogiar la contribución excepcional de Baeza a
la revista:
“En
esta tarde en que he corregido unas pruebas tuyas, en que he escrito tu nombre
en la faja de nº 16 de Prometeo
ya circulante, he escrito una loa a tus traducciones que publicaré frente a
tres o cuatro en un nº.” (carta nº 18: [ M ]
4 de julio 1910)
“Quisiera
que todos [ esos originales ] encabezasen los nºs
y ante su irrupción exótica y admirable ya tengo impresa una loa ditirámbica.”
(carta nº 19: [ M ] 13 de julio 1910)
Fiel a su palabra, esta “loa”
se publicó como prefacio a traducciones de Swinburne, Mauclair y Colette en el
nº 18 de Prometeo (correspondiente a junio 1910), en las páginas
343-44, aunque, a decir verdad, el texto subrayaba la trascendencia de los
escritores extranjeros modernos y el lugar primordial de las traducciones en Prometeo
más que los conocimientos lingüísticos, los logros estilísticos o la fiel
diligencia de Baeza.
Dadas la importancia central que concedía a las
traducciones y la gran estima en que tenía las de Baeza, no es de extrañar que
Ramón aguardara con ansia, avidez, impaciencia e incluso a veces con verdadero
frenesí la llegada de nuevas entregas de la labor de su amigo. Abundan en las
cartas las reiteradas expresiones en este sentido: “Urgencia”, “Vuelta a
las urgencias,” “No olvides que urge todo,” “Deseo urgentemente tu
traducción,” “Espero con toda urgencia tus traducciones. Es lo único que
espera el número noveno para aparecer,” “[d]el imperativo categórico de la urgencia,” “No me atrevo a escribir
ya la palabra urgencia. Pero... (no me atrevo).” 17
17
Carta nº 12:
[
M ]
11 febrero 1910;
carta C: ¿otoño 1910?; carta nº 4: [ M
]
21 junio 1909;
carta nº 13: ¿febrero 1910?; carta nº 6: [ M
]
3 agosto 1909;
carta nº 17: [
M ]
3 julio 1910;
carta nº 21: [
M
]
27 julio 1910,
respectivamente. |
Aparte de “urgente”, también esgrimía a veces
otros vocablos: “estoy esperando tus traducciones,” “La espero con toda
impaciencia,” “me envías sin retraso ninguno unas cuartillas,” “¿Podré
contar con tus traducciones... enseguida?,” “Envíamelas [nuevas cosas]
enseguida,” “No dejes de tener en cuenta la prisa la mucha prisa,”
“Espero con una necesidad loca todos esos originales.” 18
En otros momentos, la fórmula escueta cedía el paso a las súplicas más
elaboradas, donde solían multiplicarse los efectos retóricos:
18
Carta nº 29: ¿verano 1911?; carta nº 7: [ M
]
17 septiembre
1909; carta nº 1:
[
M
]
20 febrero 1909;
carta nº 23: otoño 1910; carta C: ¿otoño 1910?; carta D: ¿otoño 1910?;
carta nº 19: [
M
]
13 julio 1910,
respectivamente. |
“Me
alegraré que en un todo repuesto trabajes, rías, medites, y sobretodo que
traduzcas para ese Prometeo
a quien tan feliz hacen tus traducciones y al que has olvidado teniendo que
salir de nuevo dentro de 5 días y necesitándote.” (carta nº 5: [
M ]
30 de junio 1909).
“Por
el de la imprenta te envío esta carta.
Viene a por el original y como lo primero del nº ha de ser tu traducción
quiero que veas lo urgente que es.
¿Podrás enviármela hoy, mañana o pasado a
lo más tarde?
Envíame también lo de Rachi traduciéndolo en un cuarto de hora.” (carta nº 15: ¿primavera 1910?)
“Gran
Ricardo, el del gesto escandinavo y oblicuo, a ver si cuando yo llegue y te haga
la primera visita, encuentro todas esas cuartillas tuyas inéditas y de los
traducidos...”
(carta nº 24: otoño 1910)
Más allá de estos apuros y alabanzas, Gómez de la
Serna ponderaba a veces el alto destino que aguardaba a las traducciones de
Baeza:
“Dedícame
cinco días.l porvenir te amará atrozmente. Esta España se inquietará sísmicamente.”
(carta nº18:[ M ] 4
de julio 1910)
“Todas esa
palabras que tú digas y que tú traduzcas, tienen un cometido a través de las
nuevas generaciones y las muchas ondas que crearán, lo que es bastante para
crear un
optimismo en
un hombre
que se entretiene en estar enfermo. Las
buenas palabras sólo se venden ahí [Tánger/Marruecos]
, y para encontrarlas en todo su color y su atrocidad
debe bastar, yo creo, descomponer uno de esos tapices auténticos, hilo a hilo,
hila a hila.” (carta nº 29: ¿verano 1911?)
Se ve que Ramón se daba perfecta cuenta del papel
crucial de estas traducciones para definir el carácter de la revista, para
situarla estéticamente y provocar la reacción deseada:
“Prepárame
una cosa formidable... para el nº próximo que quiero que sea excelente.”
(carta nº 3: [ M ] 12
de junio 1909).
“No
olvides que el próximo nº que ya se ha comenzado a componer quiero que sea
formidable.”
(carta nº4:
[M] 21
de
junio
1909)19
19
En la “Loa” ya citada, Ramón expuso con detenimiento el valor y la
función de las traducciones: “La traducción de los escogidos es lo único
que hace inefable la vida. Porque lo fuerte con ‘su’ fortaleza, lo excesivo,
lo supremo, lo compaginable con sus antologías, no ha existido en nuestra
tierra. Sólo se inicia en esta juventud. Todas estas traducciones nos revelan
un amigo, un íntimo, algo extraño que es imposible que no haya existido en
nuestra literatura, de la que se nota la falta de sinceridad, de superhombría,
y de inorganización. Y es estupendo el amor que nos sugiere por contraste.
Todos los afectos se resienten y pierden ante ese amor en que inician estos
hombre lejanos, amor del que brota una terrible agresividad parricida” (343). |
En efecto, en diversas ocasiones lo fundamental de
ese papel le llevó a referirse a la participación de Baeza en Prometeo
más bien como una colaboración entre iguales, un trabajo en común emprendido
en función de las metas generales y ambiciosas de la revista:
“...
en... nuestro Prometeo
quiero hacer cosas definitivas en sus páginas en colaboración contigo.”
(carta nº 12: [ M ] 11
de febrero 1910)
“La
revista puede perder por un número en el que se la descuida. Quiérela –mejor
dicho– ámala.”
(carta B: ¿junio 1910?)
“...
(digo nos
porque tan tuya como mía es la revista y creo en tu cariño por ella)... Es la
única revista. Permíteme que lo diga como si estuviera fuera de su
circuito.” (carta nº 17: [
M ]
3 de julio 1910)
Con colaboradores asiduos como Baeza, con el
exclusivo control editorial y con el patrocinio financiero de un padre
complaciente (Gaspar Gómez de la Serna 44-45), un rasgo singular de Prometeo
era el grado de libertad de acción y de criterio de que disponía Ramón en la
composición de sus números. Libertad que explotaba con aparente deleite:
“Pocas
veces habrá una revista en que podamos hacer tan arbitrarias campañas artísticas,
tan extraordinarias.
Dígalo Lautréamont.”
(carta nº 19: [ M ] 13
de julio 1910)
En particular, hay una serie de cuatro cartas
sucesivas, todas de julio de 1910, donde describió a Baeza con bastante detalle
el preciso tipo de efecto que buscaba crear con la publicación de ciertas
traducciones y con su colocación estratégica dentro de un determinado número
de la revista:
“Habías
pensado en algún italiano y en algún alemán contemporáneo de los nuevos y jóvenes
y me parece extraordinariamente bien, interpolados en primer término entre los
maravillosos decadentes.” (carta nº 17: [ M
] 3 de julio 1910)
“Quiero en [ el ] próximo nº publicar tres [ traducciones ] no largas, de tres herméticos, epatantes y distintos y admirables... Algún alemán, inglés o italiano de los nuevos, y otro francés de los malditos.” (carta nº 18: [ M ] 4 de julio 1910).
“Vengan los más decadentes de los decadentes [ , ] los más extraordinarios...” (carta nº 19: [ M ] 13 de julio 1910).
“Con
estas traducciones
de Colette,
de [
Eugenio de ] Castro
y de D’Annunzio quisiera dar algo más decadente y más exótico. Envíame dos
o tres cosas de ésas complicadas y abstrusas ... ” (
carta nº 20: [
M ]
19 de julio 1910)
En esta serie de citas se puede observar, por un
lado, cómo el joven Ramón, que acababa de cumplir veintidós años, seguía
disfrutando plenamente del ne plus ultra del decadentismo, mientras que,
por otro, también tenía mucho interés por sazonar el guiso con la interjección
de algún “nuevo” y “joven”.
Ahora bien, para entender y apreciar adecuadamente
esta sugerente distinción, nos hace falta la perspectiva ofrecida por un repaso
panorámico de todos los autores en juego. En el curso de la correspondencia
entre Gómez de la Serna y Baeza, se mencionaron unos veinticuatro escritores de
varias nacionalidades;20 cuatro más fueron traducidos por Baeza y
publicados en Prometeo sin que sus nombres aflorasen jamás en el
epistolario conservado.21 Como era de esperar, la gran mayoría de
ellos eran franceses: Paul Adam, Aloysius Bertrand, Léon Bloy, Jules Bois, Paul
Claudel, Colette, Paul Fort, Remy de Gourmont, Francis Jammes, Jules Laforgue,
Lautréamont, Jean Lorrain, Camille Mauclair, Rachilde, Arthur Rimbaud, Maurice
Rollinat, Saint-Pol-Roux, Marcel Schwob y Laurent Tailhade. Entre las otras
nacionalidades aparecieron dos belgas: Maurice Maeterlinck y Georges Rodenbach;
dos italianos: Gabriel D’Annunzio y Filippo Tommaso Marinetti; dos irlandeses:
Oscar Wilde y George Bernard Shaw; un británico: Algernon Charles Swinburne; un
portugués: Eugenio de Castro; y un incalificable: Lafcadio Hearn.
20 En este número se incluyen nombres y apellidos y autores identificados sólo por alguna obra suya. 21 De entre este total global de veintiocho nombrados, los tres cuartos llegaron a publicarse en Prometeo, y de entre estos veinticuatro, dieciséis fueron traducidos por el mismo Baeza. Dejamos fuera de estos cálculos dos entregas de “Kasidas hispano-moriscas del siglo X” vertidas por Baeza, más un “Poema” apócrifo de Muley Hafid, de su propia invención (Baeza 3). |
Los autores nombrados más insistentemente en la
correspondencia son Gourmont (en siete cartas distintas), Wilde (en seis cartas)
y Rachilde y Schwob (en cinco cartas). Más allá de la mera alusión, algunos
fueron objeto de un comentario específico de Ramón: se refirió a “nuestro
querido Oscar”;22 a “esa traducción [
de Gourmont ]
que habría de ser formidable”; y a “alguna [ traducción ] álgida
y abracadabrante de Bernard Saw [ sic ].”
23 En otros momentos se expresó más extensamente:
22 Cf. este comentario posterior de Gómez de la Serna: “La luz de arte que salía de Oscar Wilde me hizo dar por primera vez en España (1909), en mi revista mensual Prometeo, páginas del gran escritor traducidas ya por mi compañero de colegio y universidad el insuperable Ricardo Baeza” (Nuevos retratos... 367). 23 Carta nº 4: [ M ] 21 junio 1909; carta nº 4: [ M ] 21 junio 1909; carta nº 5: [ M ] 30 junio 1909, respectivamente. |
“Lo de Colette llega después de haber aparecido en El Cuento Semanal ¡puf! ¡una revista popular! algunos diálogos. Los reservo para más tarde o quizá como son tan encantadores, los dé al instante.” (carta nº 20: [ M ] 19 de julio 1910).
“...
tengo un manifiesto a los españoles muy largo y muy lírico de Marinetti... Haré
una tirada especial porque no deja de ser... una cosa de novedad y de
fanfarronería.”
(carta nº 23: otoño 1910) 24
24 He dedicado otro artículo aparte (Anderson, en prensa) a las relaciones entre Gómez de la Serna y Marinetti y la publicación de las proclamas de éste en Prometeo. |
o, en una ocasión, se disolvió en la exclamación
anafórica y telegráfica:
“¡Oh, ese FANTASMA!
25
¡Oh, esas cosas japonesas!
¡Oh, esa RACHILDE, sobre todo!...
¡Oh, ese SCHWOB!
¡Oh, ese BOIS! “
(carta nº 24: otoño 1910)
25
La referencia es a “El fantasma” de Remy de Gourmont. |
Aún más revelador es un análisis de esta misma
cohorte según la década de su fecha de nacimiento: uno nació en el primer
decenio del siglo XIX; otro en los años treinta; dos en los años cuarenta;
nueve en los años cincuenta; diez en los años sesenta; y cinco en los años
setenta. Entre los más jóvenes, se destaca Marinetti, nacido en 1876; los
otros que habían nacido en la década de los setenta son Jules Bois (1871),
Paul Fort (1872), Camille Mauclair (1872) y Colette (1873).
A partir de esta visión de conjunto, es bastante fácil
determinar el
tipo de
escritor en
que pensaba Ramón cuando se refería a un “decadente”. En
efecto, la mayoría de los autores reseñados suelen ser catalogados como
simbolistas, finiseculares, bohemios, malditos, raros, “dandies”,
esteticistas, pos-simbolistas o fantasistas, con alguna variación previsible
según el manual consultado.26 Por otro lado, con la notable excepción
de Marinetti, precoz fundador de uno de los primeros movimientos de vanguardia,
el cual llegó a ejercer gran influencia en toda Europa, es más difícil
identificar otros “nuevos” y “jóvenes” entre los escritores nombrados.27
Es posible que el deseo de incorporar autores de este corte se redujera
precisamente a eso, intención o proyecto sin cumplir, mientras que es también
posible que debamos leer estos términos
más bien
en un sentido relativo: los “nuevos” sencillamente como los
desconocidos en España o los introducidos muy recientemente en el país.28
26
Cf. el índice del libro de Rubén Darío, Los Raros (Barcelona:
Maucci, 1905). Gómez de la Serna y Baeza parecen compartir muchos de los gustos
literarios de Darío, quien dedica capítulos a Camille Mauclair, Léon Bloy,
Rachilde, Laurente Tailhade, Lautréamont, Paul Adam y Eugenio de Castro, entre
otros. 27
En efecto, el cuarenta por cierto de la cohorte total ya había muerto
antes del año en cuestión, 1910. Como otra piedra de toque, Manuel Ugarte en
1907 consideraba al recién fallecido Jean Lorrain (1856-1906) como autor de
“novelas ultramodernas”: “Las razones del Arte Social”, La Lectura
I (1907): 125-32, citado por Cano Ballesta (65). 28 El mismo Baeza describió su labor de traductor en Prometeo como “dando a conocer nuevos autores extranjeros, hasta entonces totalmente ignorados en España: Swinburne, Marcel Schwob, Lautréamont, Colette, Francis Jammes, Rémy de Gourmont, Rodenbach” (3; mi énfasis).Por otra parte, como apunta Soria Olmedo con referencia al ensayo de Gómez de la Serna “El concepto de la nueva literatura”: “En 1909, los aires nuevos soplan sobre un ambiente modernista, de modo que el calificativo de la crítica tradicionalista para desautorizarlos sigue siendo el de ‘decadente’. Ramón (con Verlaine al fondo) recoge el guante con desenfado: “¡Seamos de la decadencia! Baste saber que es encantador” (34-35). |
Según esta segunda alternativa, los “nuevos” serían
los ultra-decadentes, por decirlo así, los dechados de le dernier cri,
los “extraordinarios”, “herméticos”, “exóticos” y “abstrusos”,
adjetivos utilizados todos en alguna ocasión por el propio Ramón.29
29 Cf. el comentario de Uitti: “Or, la pensée de Gourmont a pénétré dans le monde littéraire espagnol... grâce à l’importance croissante du mouvement moderniste en Espagne... Ceux qui défendaient le jeune mouvement littéraire (1898-1910) prenaient Gourmont pour modèle… C’est Gourmont le prophète du nouveau, de la littérature ‘intempestive’, ‘excessive’ “ (71, 75-76; mi énfasis). |
Sea cual fuere la verdad del caso, lo que sí se
desprende de este análisis es una gran preferencia por parte de Gómez de la
Serna –y de Baeza– por los escritores franceses relacionados con la
revista Le Mercure de France (París, 1890-1965).30
30 “Por aquel tiempo [ se refiere a los años próximos a 1900 ], gozaba el Mercure de France de mucha autoridad entre los literatos nuevos de España; Rémy de Gourmont parecía un verdadero pontífice”: José María Salaverría, La afirmación española, 46, citado por Uitti (75 y n.41). En sentido idéntico, Guillermo Díaz-Plaja 148. De Juan Ramón Jiménez Gómez de la Serna escribió: “Tiene 18 años... Aún no sabe lo que es modernismo; pero se siente fatalmente modernista y se documenta en el azulado Mercure de France”; y del Mercure mismo, que lo “leíamos en la biblioteca del Ateneo en cuanto llegaba el número fresco y escarolado de la fiel revista” (Retratos contemporáneos 19; 219). |
Aunque no se menciona nunca a su fundador y director,
Alfred Vallette, sí hay referencias numerosas a su esposa, Marguerite Eymery,
conocida como Rachilde; a uno de los más destacados miembros del comité de
redacción, Remy de
Gourmont;31 y
a otros varios
escritores que colaboraron en Le Mercure con mucha
frecuencia: Bloy, Fort, Jammes, Mauclair, Saint-Pol-Roux, Schwob y Tailhade.
Otros autores mencio-nados cuyas firmas aparecían con menos frecuencia en las páginas
de la revista son Adam, Bois, Claudel, Colette, Lautréamont, Lorrain y Rimbaud.32
Otro dato digno de notar es que el joven Marinetti, durante sus años formativos
en París a principios de siglo, también tuvo múltiples contactos con el grupo
de Le Mercure.33 Por
consiguiente, es dentro de este contexto donde deberíamos situar –y entender–
las palabras de Ramón pronunciadas durante el
“Ágape organizado por Prometeo en honor de Fígaro” en el
madrileño restaurante Fornos el 24 de febrero de 1909:
31 Uitti estudia la recepción de Gourmont en España al final de su artículo (71-88), con mención de Gómez de la Serna en la página 83, completando el estudio de Díaz-Plaja (144-48). Por su parte, Ramón le dedicó un largo texto en sus Retratos contemporáneos (175-215): es interesante que allí relacione la llegada de los primeros libros de Gourmont al Ateneo con su propio deseo de “orientarme hacia lo nuevo” (175). 32
Según un análisis detenido de Le Mercure de France desde enero
de 1890 hasta diciembre de 1910 (años I-XXI, tomos I-LXXXVIII, números 1-324),
todos los escritores franceses nombrados por Gómez de la Serna y Baeza, menos
Bertrand, Laforgue y Rollinat, publicaron por lo menos un texto en Le Mercure.
Además, entre los extranjeros nombrados, aparecieron en Le Mercure
Maeterlinck, Rodenbach, Wilde, de Castro y Hearn. 33
Por ejemplo, la obra teatral de Marinetti, Le Roi Bombance. Tragédie
satirique en 4 actes, en prose, fue publicada en París por la Société du
Mercure de France en 1905, y su nombre apareció citado frecuentemente en las
páginas de la revista. Jannini llama la atención sobre los escritos de
Rachilde sobre Marinetti (287). |
34
Revista parisiense, cuyos doce números se publicaron entre el 15 de
enero y el 15 de diciembre de 1909. 35 Gómez de la Serna, “Discurso de Ramón...”; reproducido en Bonet 21-26 (la cita en la página 22). |
Estamos, pues, todavía en los albores de la vanguardia. El espíritu inquieto, caprichoso, rebelde y algo anarquista de Ramón busca cuestionar, desconcertar, desestabilizar y provocar, mientras que aprovecha para seguir disfrutando, al mismo tiempo, de sus propios gustos estéticos avanzados.36 Esto, en su esencia, explica los tipos de traducción publicados en Prometeo y los calificativos empleados para orientar a Baeza. Evidentemente, la interpolación de “decadentes” y “jóvenes nuevos” correspondía a un aspecto de su programa literario global,37 pero las etiquetas deben interpretarse con cuidado. Si los primeros decadentes habían aparecido en la escena literaria hacía treinta años, les siguieron otros más jóvenes que luego, con el tiempo, se escindieron en numerosos grupos pequeños –l’École romane, les Naturistes, les Fantaisistes, l’Abbaye, les Unanimistes y un largo etcétera. Por otro lado, la inclusión de textos de Marinetti se debe a tres razones básicas: la innegable primacía cronológica entre los movimientos vanguardistas de Marinetti; la actitud abierta y alerta de Ramón para captar cualquier viento nuevo y estimulante; y la postura iconoclasta de Marinetti, la cual, en su mayor parte, Ramón aprobaba vivamente.38 En 1910 la palabra “vanguardia” aún no había llegado a establecerse ni a difundirse en España en su sentido artístico-literario,39 y seguramente no se sentía tan nítidamente la distinción entre simbolistas y vanguardistas entonces como hoy en día. No obstante, queda claro que Gómez de la Serna había detectado algo, un cambio, una diferencia, una nueva corriente, y tenía motivos sobrados para abrazar simultánea y calurosamente tanto las postrimerías de una tendencia como los primeros balbuceos –gritos destemplados más que susurros– de la otra.40
University
de Michigan
36
Sobre el temperamento de Ramón, véase Paniagua 164. Escribe
Torres-Varela: “Cette odeur moderniste, décadente, à l’Aubrey Beardsley,
va planer sur les 38 numéros de Prometeo bien que mêlée à maintes
autres. Son éclecticisme est manifeste... Êclecticisme, anarchie,
individualisme, envie du neuf sans trop l’identifier, tout ça est Prometeo.
Parce que Prometeo est une sorte de résumé de l’esprit de Ramón
Gómez de la Serna” (1059-60). 37
Cansinos-Asséns lo vio en estos términos: “Con su amalgama de antiguo
y de moderno, Prometeo refleja la proteica fisonomía de su animador.
Así vemos a éste despojarse de los influjos finiseculares, del pesimismo
novecentista, de la fecunda demagogia de sus primeros libros, para adoptar
sucesivamente modos más libres y ligeros, imitados del danzante torbellino
atómico... Porque el anhelo de un arte nuevo fue vivo siempre en su autor..”
(“El arte nuevo...” 165-66). 38
En “El concepto de la nueva literatura”, que data de la primavera de
1909, Ramón subraya el criterio sincrético y completamente abierto de la nueva
literatura. Sobre este ensayo Soria Olmedo opina en sentido paralelo: “Aunque
muy juvenil, este escrito es la primera respuesta al estímulo vanguardista, de
compromiso con las directrices del esteticismo modernista aún dominantes”
(35-36). Cf. también Martínez-Collado 16. 39
Brihuega escribe de “la mayor parte del público español que
[
en 1909
]
desconoce
todavía la terminología de los ‘ismos’ y que ni siquiera está habituado a
utilizar la palabra vanguardia” (32). Sobre la historia general del término,
véase el capítulo “The Idea of the Avant-Garde” en el libro de Calinescu. 40 García de la Concha, refiriéndose precisamente a Prometeo, señala “la gestación de la vanguardia literaria española en ese magma de pansexualismo y romanticismo desromantizado del último modernismo” (79). |
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