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FETICHISMO Y PERVERSIÓN en la novela de Ramón Gómez de la Serna
(de Rafael Cabañas Alamán)

 

 FETICHISMO Y PERVERSIÓN en la novela de Ramón Gómez de la Serna
de RAFAEL CABAÑAS ALAMÁN
Ediciones del Laberinto S.L., Madrid, mayo de 2002

Rafael Cabañas, licenciado en Filología Anglo-Germánica por la Universidad de Barcelona y doctor en lengua y literatura española por la de Boston, nos ofrece en este libro un estudio de cuatro novelas grandes de Ramón: La viuda blanca y negra (VBN), El Gran Hotel (EGH), El Chalet de las Rosas (CHR) y ¡Rebeca! (¡R!), desde la perspectiva del fetichismo, tan definitoria de la época (1918 a 1937), y de la relación de éste con la perversión sexual.

El autor escoge estas cuatro novelas por encontrarse en ellas los más ejemplos claros de personaje masculino con comportamiento fetichista patológico.

Se ocupa Rafael Cabañas de subrayar que la época en que fueron escritas (las tres primeras: 1921- 1923) coincide con el periodo de introducción de la obra de Sigmund Freud en España y, por lo tanto, con el inicio del conocimiento del psicoanálisis.

Como ejemplos, citamos con el autor algunas de las observaciones que el narrador o los protagonistas (o el propio Ramón) como greguerías formulan, para caracterización del personaje o de la situación:

Sobre Rodrigo y Cristina, la ‘viuda’ blanca y negra:

“Los pecados son las pulgas que guardan las mujeres en el nido de sus ligas o en la estrechez del corsé” (pág.41).

“Era más blanca que nunca por sus descotes, y era más oscuro que nunca su traje negro de viuda” (pág.43).

“Tenía la incertidumbre [Rodrigo, el protagonista] de un viaje aquella visita que iba a hacer a la hipócrita mujer en el cuarto en que había estado el otro” (pág.44).

“Había que romper aquel equilibrio de lo blanco y de lo negro, y Rodrigo, como quien se decide a desollar a la mujer, la abrió más traje del que hubiese querido...” (pág.49).

“Parecía la viuda joven que saca del colegio al huérfano” (pág.60).

Sobre Quevedo, el heredero protagonista de El Gran Hotel:

“De su experiencia de rico le quedaría la idea del servilismo de la mujer, que entregaba al rico no las miradas románticas, sino miradas como uvas, copiosos racimos” (pág.67).

“El que descubra el agujero para ver bañarse a la mujer pura que se da baños de sol, será el que vea un desnudo en una exaltación que ni si se le entregase esa mujer obtendría” (pág.71).

“... la flor de la vida de un gran hotel está en ‘salir por la mañana con una mujer vestida elegante-mente de blanco’ “ (pág.75).

“Mujeres muy lavadas que siempre se están echando agua de Colonia y lavándose con jabones buenos, para no oler mal, para que no rezumase siquiera su podredura de mujeres” (pág.80).

“Ella, decidida, como mojando ya los labios en la copa, como desflorando el capullo que forma en las copas el licor” (pág.85).

Sobre Roberto, el ‘landrú’ de la Ciudad Lineal de El Chalet de las Rosas:

“En la soledad del campo le gustaba ver las redondeces de pata de liebre que tenían las piernas de su esposa. Se las hubiera comido pelando el hueso hasta no poder más” (pág.93).

“Sólo el haberlas hecho nuestras por el crimen, las conserva en nuestra memoria” (pág.100).

“¡Cómo llegaré a conocer a la mujer cuando tenga el jardín lleno de mujeres guardadas...! Las acogeré en mi corazón desnudas y verdaderas... Las adivinaré antes de que hablen, y como estoy dispuesto a ser galante con ellas, las haré felices como nadie” (pág.100).

“Él ya presenciaba a las mujeres como torero que observa sus querencias” (pág.102).

En París, donde se le aparece –entre otras– una prostituta como reencarnación paródica de una de sus muertas (son palabras del autor), Roberto vive su ensueño y no necesita matarla porque “ya había tenido la suerte de haberla matado” (pág.104), no sólo porque efectivamente la Aurelia reencarnada había sido una de sus víctimas, sino porque por su condición de prostituta el acto sexual es vivido por el protagonista también como muerte de la mujer.

Sobre Luis y su búsqueda de ¡Rebeca!:

“Buscaba a Rebeca por todos los lados y sabía que aquella mujer o pátera o tazón estaba en la vida” (pág.119).

En su armario negro “...guardaba recuerdos inco-nexos, lo que traía de los días de busca y captura y todo lo mezclaba sin arreglo” (pág.121).

“En ese armario se está vistiendo de novia la mujer de mis sueños” (pág.122).

“En serio no esperaba que saliese ella del armario sino que viniese por su influencia” (pág.131).

“Al escoger a una mujer hay que acertar con que sea verduga” (pág.131).

Rafael Cabañas también nos desvela en este libro la respuesta a una cuestión hasta ahora no resuelta: la fecha de la primera edición de La viuda blanca y negra (1921, Biblioteca Nueva, Madrid) y el subtítulo de la misma: El extraño amor de una extraña mujer.

portada de la primera edición (Fetichismo..., pág.38)