Vieja y nueva política en PROMETEO

Eloy Navarro Domínguez, eloy@uhu.es

Universidad de Huelva, mayo 2002

En el conocido discurso "Vieja y nueva política", que Ortega pronunció el 23 de marzo de 1914 en el acto fundacional de la Liga de Educación Política, el entonces joven profesor presentaba la recién fundada organización (en abierto contraste con la "vieja política" de los partidos del turno) como la materialización de un nuevo modo de entender la política resultante, en gran medida, de la implicación en la misma de dos grupos hasta entonces sido sistemáticamente excluidos de ella: los intelectuales y la juventud, grupos ambos que coincidían en una "juventud intelectual" de la que Ortega pretendía erigirse en director y guía político. Es a Ortega, efectivamente, a quien, más allá de la acuñación de la expresión, se suele atribuir la introducción del concepto mismo de "nueva política" como política de los jóvenes e intelectuales.  Sin embargo, como intentaré mostrar en este artículo, ambos conceptos, "nueva política" y "juventud intelectual", se encuentran ya estrechamente en vinculados en Prometeo entre 1908 y 1912, fuera, por tanto, del ámbito de las iniciativas de Ortega y en fechas muy anteriores al discurso del teatro de la Comedia.

En otro lugar he analizado el trasfondo político de Prometeo y su influencia en un episodio tan significativo como es la publicación en la revista de las dos proclamas futuristas de Marinetti 1. Ciertamente, numerosos aspectos de la revista que han llamado la atención de la crítica, desde los autores que colaboran en ella hasta su misteriosa continuidad sin apenas suscriptores, sólo encuentran una explicación en la especial imbricación de la misma en el contexto político del momento, y, dentro de éste, en la evolución de los intereses políticos del padre de Ramón a lo largo de los cuatro años de vida de la publicación, por lo que cualquier análisis de ésta debe empezar necesariamente por el examen de la trayectoria política de su fundador.

1             Véase Eloy Navarro Domínguez, "Ramón, Marinetti y el contexto político de Prometeo" en Rosa García Gutiérrez y Eloy Navarro Domínguez, eds., Nacionalismo y Vanguardias en las literaturas hispánicas, Huelva, Universidad de Huelva, 2002. Véase asimismo mi libro El intelectual adolescente: Ramón Gómez de la Serna 1905-1912. Madrid, Biblioteca Nueva, en prensa.

Javier Gómez de la Serna y Laguna forma parte de una amplia tradición familiar de políticos liberales de formación jurídica y vinculados en distintos grados al krausismo, una tradición que se inicia con su tío abuelo Pedro Gómez de la Serna y Tilly (1806-1871), que habría de proveer, como Ministro de Instrucción Pública, la beca que permitiría a Julián Sanz del Río realizar su conocido viaje a Alemania. Con él, la familia se instala en las esferas del poder de la España liberal, a la que daría más de un ministro, como "el tío que había sido muchas veces ministro" al que se refiere Ramón en Automoribundia, y otros varios políticos destacados, como el “tío Félix” mencionado asimismo en la autobiografía del autor, que no es otro que Félix García de la Barga y Gómez de la Serna, padre del periodista "Corpus Barga” y principal mentor político del padre de Ramón, quien le acabaría sucediendo en 1898 como diputado a Cortes por el distrito cordobés de Hinojosa del Duque 2. La carrera política de Javier Gómez de la Serna (que desarrollará en la fracción canalejista del liberalismo) será resumida por el cronista parlamentario Modesto Sánchez de los Santos en la semblanza que le dedica en Las Cortes Españolas, las de 1910:

2                Automoribundia, Escritos autobiográficos. Obras Completas, ed. de Ioana Zlorescu, Barcelona, Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 1996, pp. 194-195 y 198. Sobre los orígenes y la trayectoria política de la familia, y en especial sobre Sobre Félix García de la Barga véase la autobiografía de Corpus Barga Los pasos contados. Barcelona, Bruguera, 1985, vols, I y II. Véase asimismo Gaspar Gómez de la Serna, op. cit., pp. 21-31. 

Pertenece a la plana mayor del antiguo Partido Democrático, núcleo y hogar de nacimiento del canalejismo. Tiénele el Presidente del Consejo en alta estima, y es justo que así sea, porque el Sr. Gómez de la Serna ocupa un puesto de honor en la juventud intelectual de España que está llegando a la madurez, y porque, compenetrado con el señor Canalejas por la doctrina y por el afecto, ha sido siempre uno de sus fervorosos.

Recién terminada su carrera de Abogado, comenzó a distinguirse el Sr. Gómez de la Serna en el Ateneo y en la Academia de Jurisprudencia como entendimiento muy luminoso y muy nutrido, como espíritu progresivo y como temperamento batallador por sus ideas; y todas estas cualidades quedaron confirmadas en el Parlamento cuando vino Diputado por primera vez en las Cortes de 1898. Hinojosa del Duque le honró entonces con su representación, y quedó muy satisfecho, y con motivo, de su Diputado, que se la repitió en 1901 y en 1905, como se la ha repetido ahora.

El Sr. Gómez de la Serna maneja la pluma con la misma soltura, gallardía y elocuencia que la palabra hablada, y tan necesario es para su entendimiento repleto y para su temperamento de propagandista el combatir y el discurrir sobre problemas de interés público, que cuando no tiene tribuna se va a la Prensa, y, cuando no tiene periódico o revista, los crea.

Ha sido el Sr. Gómez de la Serna Director general de los Registros y del Notariado dos veces, Director general de Obras Públicas y Fiscal del Tribunal Supremo, y en todos esos cargos ha dejado rastro de sus talentos, siendo muy notable la Memoria que escribió sobre los Registros y el Notariado la primera vez que fue Director. Nos parece indudable que será Ministro 3.

3                 Modesto Sánchez de los Santos, Las Cortes Españolas, las de 1910, Madrid, A. Santos, 1910, p. 639.

Más allá del significado que el término “juventud intelectual” adquiere en el contexto de un régimen gerontocrático como el de la Restauración, la expresión alude en el texto a lo que será una constante en la trayectoria política del retratado, como es su permanente atención a sus tendencias políticas de la juventud, atención que, de hecho, le llevaría a hacerse cargo en su momento de la organización de las Juventudes del Partido Liberal Democrático. Pero, a la vez, el término “intelectual”, nos revela otra particularidad del retratado, como es, dentro de ese mismo "espíritu progresivo" al que se refiere el cronista, la de su preocupación por los “problemas de interés público” que se pondrá de manifiesto en la orientación claramente regeneracionista de algunas de sus publicaciones, como España y sus problemas (1915), donde encontramos una lista -no por heterogénea menos interesante- de la que el autor considera “esclarecida” juventud intelectual española,

comenzada en el inolvidable Ganivet, proseguida en los Unamuno, Cossío, Builla, Sela, Posada, Baroja, Eugenio de Ors, Azorín, Rusiñol, Madinaveitia, Maeztu, Zozaya, Dicenta, Zulueta, Godó, Valle, López Ballesteros, Argente, Castro, Bueno, etc., y que continúa fluyendo en los Ortega y Gasset, Pérez de Ayala, Araquistáin, Barcia, los González Blanco, Valentí, Gay, Flores de Lemus, Olarriaga, Bello, Guixé y tantos otros, que harían hermosamente larga la lista, para fortuna de España.4

4             Javier Gómez de la Serna, España y sus problemas. Madrid, Establecimiento tipográfico de El Liberal, 1915,  p. 302.

El cronista se refiere igualmente a la vocación periodística del diputado, aunque sin hacer mención de sus aficiones artísticas y literarias, que le llevarían (junto a innegables intereses políticos) a ser presidente de la Sección de Bellas Artes del Ateneo de Madrid en 1905. La manifiesta curiosidad intelectual del padre de Ramón (a quien éste presenta en Automoribundia como lector clandestino de Nietzsche 5) aparecerá reflejada en la nota que publicará Prometeo al anunciar su relevo al frente de la dirección de la revista:

5                Automoribundia, ed. cit., p. 226.

En esta Redacción él era el de las orientaciones en avant, tanto en ciencias sociales como en Arte, pues su espíritu es el de un político de los que no arrojarían de la República a los poetas como Platón quería. Los concibe, los ama y los lee” (“Javier Gómez de la Serna”, nº 11, p. 1).

Ese mismo “espíritu progresivo” explica en parte su vinculación a José Canalejas, quien lidera por esas fechas el que podemos considerar como sector más izquierdista de los partidos del turno, con un programa político del que trascenderá sobre todo a los españoles la importancia que otorga a la solución de la “cuestión social” y de las relaciones Iglesia-Estado y que tiene por objetivo último el de lograr la renovación del liberalismo turnante y la integración de la izquierda antidinástica española mediante la convergencia entre liberales, republicanos y socialistas 6.

6             Véase Salvador Forner Muñoz, Canalejas y el Partido Liberal Democrático, Madrid, Cátedra, 1993.

Así pues, en Javier Gómez de la Serna encontramos a un político del turno con un perfil bastante singular, al que podemos considerar a la vez dentro (políticamente) y fuera (intelectualmente) del sistema en su paradójica condición de candidato a Ministro con veleidades de "intelectual" disidente. Pero para entender la evolución de Prometeo es necesario tener en cuenta no sólo el perfil del fundador de Prometeo, sino también los efectos que ese mismo perfil habrá de tener en la formación del propio Ramón, a quien Javier Gómez de la Serna trasladará su vocación de intelectual, su afición al periodismo y su curiosidad por "lo nuevo", y a quien, a lo largo de toda su adolescencia, irá preparando para la sucesión al frente del distrito electoral. Así se percibe ya en el episodio de la edición de la revista doméstica El Postal (1902-1903), en la que incluye ya algún tímido ensayo de periodismo político, y, sobre todo, en los artículos y crónicas políticas que publicará entre 1905 y 1908 en La Región Extremeña, diario republicano de Badajoz, artículos de los que sacará al menos cuatro de los textos que componen su primer libro, Entrando en fuego, en el que nos encontramos, de nuevo, y de forma si cabe aún más explícita, con la presencia del padre, y no sólo en el título, como nos recuerda Ramón en Automoribundia 7, sino también, probablemente, en el prólogo, donde aparece resaltada (con un estilo insólitamente trabado para el Ramón de estos años) la importancia del periodismo como instrumento para la acción política de la juventud intelectual:

¿Quién soy? Un joven de diez y siete años que recopila unos trabajos en parte ya publicados, y los ofrece a las gentes, descubriendo reconditeces de su alma.

. . .

¿Qué quiero?. . . ¿cuál es mi objeto?. . .

Para contestar a estas preguntas escojo entre mis cuartillas archivadas una que escribí apasionado, rebosante de entusiasmo, en la reunión íntima de varios amigos no menos optimista (sic) e ilusos, que escucharon, como eco de su propio pensamiento, mi improvisación hecha para el periódico que tratábamos de fundar y que se titularía Plus ultra: decía así:

NUESTRO PROGRAMA

"Somos la juventud española que pide ya su puesto en el combate. Nuestro encabeza-miento lo dice todo: "¡Plus ultra!" Anhelamos en todos los órdenes el "más allá": mientras no encontremos la verdad definitiva, la fórmula absoluta, nuestros labios repetirán constantemente: más allá.

En la confusión circundante va sustituyendo a las revoluciones sangrientas, la revolución de las ideas, de las almas: en esa revolución tomaremos parte desde nuestra modestísima posición de soldados bisoños, en este papel humilde que contendrá nuestros primeros tanteos, nuestros torpes ejercicios.

Desmintamos la opinión que se tiene de la juventud española, y que la supone sin amor al estudio y al trabajo, sin ojos para el ideal: demostremos peleando, aunque seamos derrotados, que no hemos muerto en la inacción, que nuestros cadáveres no estaban de espaldas al ideal . . ."  (419) 8

7          Automoribundia, ed. cit. p. 244.
8          Cito por Obras Completas, ed. cit., Prometeo, vol. I, Escritos de juventud.

La evolución seguida por Ramón a lo largo de estos años lo llevará del krausismo humanitario de sus comienzos a la demagogia radical del republicanismo, para, finalmente, acabar desembocando, tras una progresiva identificación con el modelo de "intelectual" finisecular encarnado por Unamuno y Azorín, en una actitud de crítica radical de la sociedad burguesa de raigambre claramente nietzscheana. 

Lo cierto es que, tal como revela la conocida carta dirigida por Carolina Coronado a Alejandro Groizard y Gómez de la Serna (otro destacado prohombre liberal de la familia),  todo parece indicar que a comienzos de 1908 no sólo la carrera política de Ramón, sino tal vez algo más se le está escapando de las manos a su padre, quizá como efecto no deseado de la colaboración con el periódico republicano o tal vez sólo como consecuencia de la esa misma formación como intelectual en avant que él mismo le había proporcionado.

Pero en ese año, además, Javier Gómez de la Serna se encuentra en una situación verdaderamente crucial para su carrera política. La lucha por el poder dentro del partido liberal que se había desatado en 1903 con la muerte de Sagasta y que se saldaría con la victoria de Segismundo Moret, había llevado al partido a un período de gobierno (1905-1907) extraordinariamente agitado que tendría como consecuencia, además de la escisión canalejista en el Partido Demócrata Monárquico (cuya derrota electoral en 1907 dejará sin escaño al padre de Ramón), la pérdida del Gobierno de la nación, encargado ahora al conservador Antonio Maura. El autoritarismo de Maura, que introduce una tensión desconocida hasta entonces entre los partidos turnantes, llevará además a los liberales a una estrategia no menos insólita de aproximación a la izquierda antidinástica, estrategia que, con motivo de la discusión del proyecto de ley de represión del terrorismo en febrero de 1908, acabará fraguando en la constitución de una plataforma de acción conjunta denominada Bloque de Izquierdas en la que se agrupan liberales, liberales canalejistas y republicanos y que se muestra abierta incluso a los socialistas 9.

9             Véase Salvador Forner Muñoz, op. cit.

En este contexto, marcado por la campaña de la oposición contra Maura y la constitución del Bloque de Izquierdas, es en el que debemos situar la fundación de Prometeo; un contexto en el que encontramos a Javier Gómez de la Serna en una situación especialmente comprometida, al no disponer de escaño parlamentario precisamente en el momento en el que la deriva izquierdista del liberalismo dinástico empieza a orientar la situación política en la dirección señalada por Canalejas, por lo que el padre de Ramón, más cerca que nunca de conseguir su objetivo de llegar a Ministro, desplegará a partir de esos momentos una intensa actividad pública, destinada a lograr el afianzamiento de Canalejas al frente del Bloque, del Partido Liberal y del Gobierno. Gómez de la Serna jugará finalmente la baza de su reputación como “intelectual” y de su "temperamento de propagandista", poniendo a disposición de la coalición y de Canalejas una revista cultural y política que, además de servirle a él mismo como sustituto del escaño perdido, está destinada a actuar como instrumento de propaganda de la actuación del Bloque contra Maura, y, a más largo plazo, a alentar el proceso de acercamiento ideológico de las izquierdas predicado por Canalejas. 

Pero la idea de la necesidad de una renovación del liberalismo mediante su apertura a las izquierdas (especialmente al socialismo) y a los intelectuales, había prendido igualmente, con anterioridad incluso a la constitución del Bloque, en otros observadores de la coyuntura política no menos atentos y perspicaces que el padre de Ramón. Efectivamente, en el número 1 (23-2-1908) del semanario Faro, publicado a expensas de Ramón Gasset, Ortega había incluido un artículo cuyo título no puede ser más explícito: "La reforma liberal" 10. En él, el joven autor exponía su particular visión del liberalismo como el "sistema de la revolución", señalando que los partidos liberales asentados en el poder se encontraban en contradicción con sus propios principios: "Cree el liberalismo que ningún régimen social es definitivamente justo: siempre la norma o idea de justicia reclama un más allá, un derecho humano aún no reconocido y que, por tanto, trasciende, rebosa de la constitución escrita" 11. Según Ortega "quiere el destino que los revolucionarios parezcan ridículos cuando renuncian a hacer revoluciones. Esta ha sido la suerte de los partidos liberales, que no han acertado a renovar sus programas." 12 La renovación se impone, dirá Ortega, como un "deber moral" que pasa, en su opinión, por la apertura del liberalismo a las más recientes reivindicaciones de los derechos del hombre, es decir, por una apertura al socialismo, concluyendo categóricamente: "no es posible hoy otro liberalismo que el liberalismo socialista" 13.

10           Sobre Faro véase José Carlos Mainer, La doma de la quimera, Barcelona, Universidad Autónoma, 1988, pp. 201-204. Sobre el pensamiento político de Ortega en estas fechas véase Antonio Elorza, La razón y la sombra. Una lectura política de Ortega y Gasset, Barcelona, Anagrama, 1984, pp. 21-70.
11           José Ortega y Gasset, “La reforma liberal”, en Obras completas, Madrid, Alianza Editorial, 1982, vol.  X,  p. 35.
12           Ibid, p. 33.

13           Ibid, pp. 37.

En el artículo queda así perfilado lo que Ortega denomina ya "nuevo liberalismo", resultante no sólo de la apertura al socialismo, sino también, en general, de la renovación de sus bases intelectuales, tal como se pondrá de manifiesto en la polémica que sostendrá, en las mismas páginas de Faro, con Gabriel Maura y Gamazo, dirigente de la juventud conservadora, polémica en la que establecerá una importante distinción por un lado, entre liberalismo y partido liberal y, por otro, entre el ámbito de la teoría política (él mismo se autodenomina "teorizador sobre liberalismo") y el de la política práctica, y con la que se haría patente su convicción de que sólo el debate intelectual en torno a las ideas políticas, dentro de lo que Mainer ha denominado “reforma idealista del liberalismo” 14, podría revitalizar el liberalismo y contribuir a la regeneración efectiva de la política española 15.

14           Op. cit, pp,. 192-195.
15           “La conservación de la cultura”, ed. cit., pp. 39-46.

En los artículos de Ortega en Faro y en otros que publica por las mismas fechas, aparecen ya esbozados los fundamentos ideológicos de la “nueva política” desarrollados más tarde en el discurso del Teatro de la Comedia, si bien faltan aún aspectos esenciales al proyecto de la Liga de Educación Política, como el sentido pedagógico de esa misma renovación de las prácticas políticas que se sugiere en el proyecto o la apelación explícita a la juventud. En cualquier caso, la polémica con Gabriel Maura en Faro nos muestra a un Ortega confinado voluntaria o involuntariamente en el ámbito de la reflexión teórica y sin perspectivas de llegar a plantearse, al menos de forma inmediata, su entrada en la vida política, si bien su voluntad de participación en la misma no parece dejar lugar a dudas.

Mientras tanto, absorbido de lleno por esa misma "política real" repudiada por Ortega en su polémica con Maura, Javier Gómez de la Serna, se encuentra en una situación diametralmente opuesta, dispuesto a poner su condición de eterno “joven intelectual” al servicio de sus más inmediatas aspiraciones ministeriales. En ese sentido, es necesario admitir la posibilidad de que el padre de Ramón comprendiera desde el primer momento el significado que tenía el que un joven vinculado al liberalismo dinástico como Ortega expusiera tales ideas en esas mismas fechas y que, poniendo en juego unos recursos políticos de los que carecía el joven profesor, decidiera capitalizar a su favor la toma de conciencia política de los jóvenes intelectuales que comenzaba a apuntar en las páginas de Faro. Sin embargo, resulta difícil pensar que la fundación de Prometeo se debiera exclusivamente a una reacción del padre de Ramón a los artículos de Ortega, pues por las mismas fechas de la aparición de Faro, Gómez de la Serna se encontraba trabajando ya, de hecho, en su propio proyecto para llevar adelante la “reforma liberal”, un proyecto para el que habría de serle tan valiosa su propia condición de “joven intelectual” como la experiencia del canalejismo en el estudio de los problemas sociales, experiencia que, partiendo del pensamiento social del krausismo, había llevado a los liberales de izquierda a proponer la aceptación de distintas reivindicaciones del movimiento obrero. En ese sentido, desde fechas tan tempranas como 1902 16, se aprecia ya un innegable interés entre los canalejistas por las manifestaciones más moderadas del socialismo contemporáneo y su influencia en los partidos liberales europeos, y en especial por una de ellas, la Sociedad Fabiana, que, en el contexto de la aparición de los intelectuales como grupo definido en el ámbito de la vida política en la España del fin de siglo, se presentaba además, como una interesante alternativa al tradicional modelo de los partidos políticos.

16           En 1902 Canalejas encargó a los destacados krausistas Adolfo Posada, Adolfo Buylla y Luis Morote la elaboración del proyecto de un "Instituto del Trabajo" que sustituyera a la casi inoperante "Comisión de Reformas Sociales," fundada por Moret, otro liberal krausista, en 1883, y entre cuyos vocales se encontraba precisamente Azcárate. El Instituto, fundado en 1903 por Dato como "Instituto de Reformas Sociales" se convertirá en 1920 en Ministerio de Trabajo. Sobre el Instituto del Trabajo, véase José Canalejas, prólogo, El Instituto del Trabajo. Datos para la historia de la reforma social en España, A. Buylla, Adolfo Posada y Luis Morote, Madrid: Establecimiento tipográfico de Ricardo Fé, 1902, Edición facsímil y prólogo a cargo de Santiago Castillo, Madrid, Centro de publicaciones del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1986.

El sentido pedagógico de la acción de los fabianos, concentrados más en la propaganda y en la persuasión mediante estudios y encuestas sobre los problemas sociales que en la acción política, habría de llamar asimismo la atención, aunque más tarde, del joven Ortega, quien influido asimismo por los “Kathedersozialisten” alemanes discutirá a lo largo de esos mismos años acerca del fabianismo con un observador verdaderamente privilegiado del mismo como es Ramiro de Maeztu. Por todo ello, se podría decir que a comienzos de 1908, y a pesar de la temprana participación señalada por Elorza en el núcleo primitivo de la Escuela Nueva, Ortega es, más que un descubridor, un recién llegado al concepto de "liberalismo socialista" 17.

17           Véase Antonio Elorza, op. cit., pp. 37-70, Ramiro de Maeztu, ed. de E. Inman Fox, Liberalismo y socialismo (textos fabianos de 1909 a 1911). Madrid, CEC, 1984,  y E. Inman Fox, “Sobre el liberalismo socialista (cartas inéditas de Maeztu a Ortega y Gasset, 1908-1915" en Homenaje a J. López MorilIas, Madrid, Castalia, 1981, reeditado en Ideología y política en las letras españolas de fin de siglo, Madrid, Espasa Calpe, 1988.

La influencia fabiana se hará especialmente patente, como veremos, en Prometeo, contribuyendo de este modo a presentar la operación organizada en torno a la revista -al igual que más tarde en el contexto de la Liga de Educación Política- como manifestación de una nueva forma de entender y practicar la política. Pero esa misma “nueva política” que el fundador de Prometeo propone desde sus páginas incluye,. además, un objetivo adicional con el que se adelantará (aunque con escasos resultados, como veremos) a Ortega, y en el que, en este caso, influirá asimismo, paradójicamente, la actitud de despego hacia la política que había venido mostrando Ramón hasta esas fechas.

Efectivamente, Javier Gómez de la Serna había mostrado desde siempre una permanente atención a las tendencias intelectuales y políticas de la juventud, pero ahora dispone además, de un puesto de observación privilegiado gracias a su convivencia con Ramón, quien, como hemos visto, empezaba a mostrar en sus artículos los mismos síntomas (escepticismo, decadentismo, egoísmo vitalista de raigambre nietzscheana, rechazo a la política, etc.) que su padre observaba en el resto de la juventud intelectual y que percibía como una verdadera enfermedad política que era necesario combatir.  En ese sentido, el Javier Gómez de al Serna pretenderá utilizar su revista para intentar captar a una juventud intelectual (que ya no es la suya, sino la de su hijo) a la que considera desorientada a causa de la dispersión y la inoperancia política de los principales intelectuales de la generación anterior y cuyo potencial de entusiasmo cree poder encauzar no sólo hacia la participación en la organización del Bloque sino sobre todo, hacia la renovación ideológica del liberalismo turnante promovida por Canalejas 18. En ese sentido, lo que Gómez de la Serna pretende con Prometeo no parece otra cosa que reconducir el absentismo político de los jóvenes intelectuales al seno de un liberalismo renovado que, a cambio -y esa es una de las claves fundamentales de la fundación de la revista-, habría de ofrecerles la oportunidad de influir en ese mismo proceso de renovación mediante la recepción y asimilación de sus ideas, un intercambio similar al que se proponía, en otro plano, con el socialismo y que sólo un político "intelectual" como el padre de Ramón era capaz de concebir.

18           Sobre la relación entre intelectuales y política en la época de la fundación de Prometeo, véase Cecilio Alonso, Intelectuales en crisis, Alicante, Instituto de Estudios Juan Gil Albert, 1985.

La figura de Ramón constituye por ello un elemento central de la operación de Javier Gómez de la Serna, tanto en su condición de colaborador como en la de destinatario de la misma, pues, en el fondo, en un doble plano político y doméstico, la iniciativa reflejaba claramente la preocupación del prohombre liberal por el futuro de su propia estirpe política, como si el fundador de Prometeo, sin dejar de ver nunca en Ramón al heredero del distrito, buscara recuperarlo para la política ofreciéndole la revista como señuelo. El proyecto de Gómez de la Serna estaba, pues, basado enteramente en la promoción de la figura de su hijo como representante de la juventud intelectual, aunque en esos momentos, y en contraste con la pujanza que empezaba a manifestar Ortega, Ramón distaba de ser tal cosa, por lo que, antes de la fundación de la revista, Gómez de la Serna necesitaba de algún modo facilitar la presencia de su hijo en los medios culturales madrileños. Es en esa necesidad en la que a mi juicio hay que  situar dos acontecimientos que contribuyen a dar a conocer a Ramón en los medios literarios madrileños por esas mismas fechas; por un lado, su nombramiento como Secretario de la Sección de Literatura del Ateneo, con el que el proyecto del padre (ateneísta influyente) ganaba una importante cabeza de puente en el principal espacio de confluencia entre intelectuales y políticos en la España de la época, y, por otro, la publicación en abril de ese mismo año (aunque debió ser escrito entre enero y febrero de 1908) de su segundo libro, Morbideces, al que debemos suponer, como Entrando en fuego, financiado con dinero paterno.

Como es sabido, Ramón se dedica en el libro, tomando como base el pensamiento de Max Stirner y Nietzsche, a atacar por medio de ruidosas negaciones los principios e instituciones fundamentales de la sociedad burguesa, a los que opondrá una rotunda vindicación del yo individual y del cuerpo. Se trata de un manifiesto de escepticismo impropio del hijo de quien aspiraba, por entonces, al Ministerio de Justicia, pero, dentro del esquema paterno, cumplía sin embargo a la perfección la función de presentar a Ramón en los círculos intelectuales como ejemplo y a la vez portavoz de una juventud intelectual voluntariamente marginada de la vida política y retraída en el más radical y estéril escepticismo. Así parece ponerse de manifiesto en el prólogo de la obra, donde Ramón, que hace de "editor" de los papeles de un "innominado autor", enhebra una larga lista de interrogaciones de orden político que recuerdan, por un lado, al prólogo de Entrando en fuego y, por otro, a las preguntas de las encuestas publicadas más tarde en Prometeo, con las que Javier Gómez de la Serna pretenderá sondear las inclinaciones políticas de los jóvenes intelectuales:

En él [el libro] se explaya la psicología de cierta juventud que extraña a todos con su quietismo, con sus negaciones, con su falta de escrúpulos, y que sin rebeldía ninguna se pierde desapercibida y morosa en la grisura de un destino de 8.000 reales...

-¿Por qué no luchan por el ideal?... ¿Es que no lo tienen? ¿Qué esperan entonces? ¿Cuál es su programa? ¿Cómo concibe la vida su arrogancia iconoclasta e impávida?...

A estas preguntas con que piensan en ellos los hombres sensatos, contestan estas páginas.

En ellas se patentiza al crisis de un espíritu, que, interrogado por las más diversas opiniones y requerido por todos los caminos que se abren ante el pensamiento en los comienzos del siglo XX, aplanado ante tan arduas empresas, opta por no salir de la encrucijada, donde abre con filosofía su silla de tijera, disculpando ingeniosamente su inercia (461).

La continuidad entre el libro y la revista (manifiesta en la que muestran entre sí los "Trabajos sociales" anunciados como obra "en preparación" en Morbideces y las "Opiniones sociales" de la serie "La nueva exégesis" de Prometeo) nos obliga a interpretar el primero como la exposición de un problema concreto -el absentismo político de los jóvenes intelectuales- al que se pretendería dar solución con la revista. Por ello, y a pesar de la profesión de individualismo radical que hace Ramón en Morbideces, el libro adquiere el tono de un manifiesto generacional, en tanto “vivisección de un espíritu juvenil nacido bajo todas las condiciones climatéricas de la alborada del siglo XX” (462), manifiesto en el que se pone un cuidado especial en dejar abierta la posibilidad de una redención política de esa misma juventud: "Su autor sigue enfermo de todas las enfermedades que denuncia. En toda la obra, bajo sus crueldades y sus indiferencias, habla bondadosamente el apóstol, y bajo el orgullo que lo acalla, trasciende sobre su resignación, la queja del hombre que tiene un buen ideal de paz y de felicidad general" (461).

De ese modo, con Ramón investido ya de una mínima capacidad de representación, Javier Gómez de la Serna puede publicar finalmente su revista, tal como reseñará en su momento el canalejista Heraldo de Madrid:

PROMETEO
Así se titula una nueva revista, dirigida por el elocuente orador y notable jurisconsulto Don Javier Gómez de la Serna.
Esta nueva publicación responde a un noble y levantado propósito: el de mostrar a los lectores el vigor del intelectualismo español con francas evoluciones hacia la izquierda.19

19           El Heraldo de Madrid, 6-XII-1908.

La revista aparece, pues, presentada desde un primer momento como una publicación de y para intelectuales “de izquierda” y claramente asociada a la persona de Javier Gómez de la Serna, quien, en una nota de presentación, dice tener la intención de ejercer la dirección "con el criterio ideal de la futura anarquía, que deja a cada uno marchar armónicamente con los demás, sin coacción ni gobierno ajeno (nº1, pp. 77-78).

Javier Gómez de la Serna se reservará desde un primer momento la sección “Política” de la revista como una suerte de tribuna personal desde la que, bien con su nombre o bien con los seudónimos “Jagoser” y “Ángel Laguna”, se pronunciará en cada número sobre diversas cuestiones de actualidad política. En dicha sección, y dentro asimismo del primer número, el fundador esbozará un significativo análisis de la situación política del momento (“Factores políticos actuales”) en el que se ponen de manifiesto los objetivos inmediatos de la revista:

Las izquierdas son la vida: inquietas, creadoras, moldeando siempre las informes masas de nuevas ideas que forjan los videntes del futuro y el socialismo y la ciencia positiva, son el nexo que une la monarquía con el siglo XX. Canalejas es su alma (...) es el nexo que hace colaborar en la obra nacional a las grandes masas republicanas. Melquíades Álvarez propaga hoy sin descanso el bloque de las izquierdas, aconsejado tantas veces por Canalejas. El bloque está casi formado, y muy pronto, a los conservadores que entraron sin causa, reemplazarán los liberales que salieron sin motivo. (nº 1, p. 84)

Efectivamente, la revista se presenta como un como espacio de diálogo y discusión para las izquierdas, a cuya agrupación se pretende contribuir, tal como se proclama en el manifiesto que encabeza el primer número:

Concentrados nuestros espíritus ante la perentoria necesidad de "hacer," reaccionando contra la eterna indecisión que se contenta con decir: "Sí, hay que hacer algo," fundamos esta Revista ansiosos de sumar voluntades. (...)

Nuestra labor será social y literaria. Lo que en una página sea inducción científica, en otra será documento humano sin alquitarar, ya que el literato, según Taine, "en vez de definir las ideas las engendra." Sólo esta confluencia de esfuerzos puede acrecentar la conciencia (...)

Acudan a nuestras filas los independientes, los sensatos, los novadores y, sobre todo, los fuertes; no tenemos prejuicios de edades: lo grande, lo original, lo herculino, es juvenil siempre (...)

Y ahora a la lucha. Enfrente de tantas Revistas de la derecha, es ésta una que quiere ser el campo de todas las izquierdas (143-145).

Los textos que publica la revista en sus primeros números confirman ampliamente esa misma vocación de constituirse en “campo de todas la izquierdas”. En ese sentido, se da una tendencia generalizada -de acuerdo con el programa de Canalejas y la estrategia concreta del Bloque- a la defensa de la compatibilidad entre liberalismo y socialismo, tal como se pone de manifiesto en artículos como “La revolución de septiembre y el bienestar material de las clases trabajadoras”, donde Tomás Elorrieta y Artaza defenderá lo que considera “el íntimo enlace que existe entre el individualismo liberal y la doctrina socialista” (nº 1, p. 29) o  aquellos que tratan de las experiencias de convergencia entre liberalismo y socialismo, como “Diversidades del socialismo internacional” (nº 2, pp. 1-12), de Paul Louis, o el artículo de Augusto Barcia “El socialismo en Inglaterra. La Sociedad Fabiana (Fabian Society)” (nº 2, pp. 18-22), este último especialmente revelador acerca de los propósitos del fundador de Prometeo. En ese sentido, no deja de llamar la atención la presencia en la revista de G. B. Shaw, y no sólo como autor, ya que será a él precisamente a quien acuda Barcia para destacar uno de los aspectos del fabianismo que lo hacen más interesante para los editores de la revista, como es el rechazo de la lucha de clases:

 Shaw, de un modo contundente, dice que la táctica de los fabianos ha de consistir en sustituir la lucha de clases por la conquista teórica de los adversarios. Es decir, que enfrente de ese procedimiento guerrero del proletariado, organizado como clase, batallando contra la burguesía, el ideal fabiano pone ante todo la propaganda doctrinal como medio de conseguir prosélitos, aplacando los entusiasmos bélicos de los combatientes, declara ineficaz esa oposición de las dos grandes fuerzas sociales que batallan estérilmente y con perjuicio de la causa socialista 20.

20           Art. cit., p. 19.

Pero el interés por la Sociedad Fabiana no se limita a los aspectos programáticos, sino que se extiende al propio modo de actuar de la misma, sobre el que llama la atención Barcia en su artículo:

En el terreno de la propaganda científica, debemos asegurar que la Sociedad Fabiana llegó a poner en práctica todo género de procedimientos y agotó los más ingeniosos recursos. Conferencia, mitin, revistas, periódicos, carteles, cuestionarios, proclamas, etc. etc., estudiando los más interesantes problemas y proponiendo soluciones y dando orientaciones y medios para llevar a cabo las reformas pedidas.

Los cuestionarios dirigidos a los candidatos en los momentos de lucha electoral fueron y son documentos interesantísimos en los que se da siempre entrada a los problemas de actualidad y que más pueden interesar a la masa obrera.

Como instrumento curioso de propaganda está el repertorio, profusamente repartido entre la gente campesina, intitulado “What the Farm Labourer wants”, modelo de sencillez y claridad en las ideas y en el estilo 21.

21           Ibid., p. 21.

Resulta interesante comprobar cómo una buena parte de los recursos a los que se refiere Barcia fueron utilizados de hecho por Javier Gómez de la Serna desde Prometeo, pues aparte de la existencia de la propia revista (con su evidente intención de “propaganda doctrinal” entre los liberales) hay otros aspectos de la misma que nos remiten igualmente al modelo fabiano, como las dos encuestas que se incluyen en sus páginas. La segunda de ellas, publicada coincidiendo con la candidatura de Gómez de la Serna en la campaña electoral de 1910, formulaba las siguientes preguntas, en las que se adivinan ecos de  los cuestionarios electorales citados por Barcia:

¿Cuál es la doctrina política del obrero español? ¿Cómo concibe el obrero la cuestión social? ¿Qué cosas urgentes le impacientan y cuáles otras consideran como sólo un ideal? (...) (nº 15, 98).

Pero más significativa aún acerca de la utilización por parte de Gómez de la Serna de los métodos fabianos, es la nota que cierra el número primero:

Comité ejecutivo de PROMETEO

Para hacer efectiva propaganda social, la juventud más adicta a sus entusiasmos, la menos versada en ciencia conservadora y crematística se prepara a hacer su tribuna de todos los centros sociales. En nuestra redacción forjará su programa de expansión, y así alargaremos ímprobo, fertilizante y denodado el texto vindicativo de nuestra revista.

En Noviembre y en diferentes días y sitios, que anunciará, junto a otros detalles, la prensa diaria, darán conferencias los señores siguientes: Julio Milego, Luis Vides, Eugenio Noel, José Rodas, Ramón Gómez de la Serna.

Excusado es decir que quedan invitados nuestros lectores. (nº 1, 101)

La nota del "Comité ejecutivo" de Prometeo revela que los proyectos de Javier Gómez de la Serna no se limitaban exclusivamente a la revista, sino que ésta, en realidad, estaba concebida para "alargarse" en los "centros sociales", en cuyas tribunas habría de exponer su "programa", entre otros, el propio Ramón, dentro de una estrategia propagandística destinada a la "educación" de los sectores de la sociedad española que mostraban más vitalidad, según se proclamaba igualmente en el manifiesto fundacional:

 Nuestro programa es amplio y lo iremos concretando en nuestros trabajos. Su dirección en lo social lo determinará la lucha por todos los proletarios de la vida, utilizando cuantos elementos sanos, altos y bajos, alientan en nuestro país: queremos que se eduquen los de arriba tanto como los de abajo y, sobre todo, la juventud, que habrá de reemplazar a jueces, patronos, gobernantes y maestros.
Y como en toda revolución hay una parte sentimental y literaria, poetas y prosistas cumplirán ese papel: ellos escribirán el himno del nuevo movimiento (101).

Así pues, y al margen del papel subalterno concedido inicialmente a "poetas y prosistas", la estrategia de actuación del "nuevo movimiento" de jóvenes intelectuales, en la que es fácil percibir la huella fabiana y anticipar en cierto modo el proyecto pedagógico-político de Ortega, suponía ya un elemento de renovación política destinado a atraer su complicidad en tanto intelectuales. En ese sentido, es necesario llamar la atención sobre la proximidad de la revista con un movimiento similar, el de la "Joven España", que habrá de gestarse al año siguiente en el ámbito de la Conjunción Republicano Socialista y en el que encontraremos nombres de colaboradores de Prometeo junto a futuros miembros de la Liga de Educación Política, dándose incluso el caso de haber llegado a asistir el propio Ramón, según recuerda en Automoribundia, a una reunión de la agrupación en compañía de Ortega y Fernando de los Ríos 22.

22                Automoribundia, ed. cit. p. 316

Dentro de este panorama de iniciativas políticas para jóvenes intelectuales, el proyecto de Gómez de la Serna parecía querer compensar su explícita y poco atractiva vinculación al liberalismo dinástico con un llamativo radicalismo en el terreno estrictamente intelectual, filosófico y estético que pretendía ser su particular aportación, más allá de la adopción de los métodos fabianos, a la "nueva política". En ese sentido, el tradicional individualismo liberal constituía una base ideológica receptiva para injertar en ella el individualismo vitalista finisecular, que de ese modo se convertía inesperadamente en un útil recurso filosófico para contrarrestar el colectivismo socialista que parecía presentarse como única vía para la "reforma liberal", a la vez que enlazaba con cierto decadentismo estético que se presentaba como manifestación del arte y la literatura más nuevos, y cuya presencia quedaba justificada en la revista como reclamo para la captación de jóvenes intelectuales. Ese mismo pensamiento vitalista (con el que el fundador, como vimos, estaba suficientemente familiarizado) resulta claramente perceptible no sólo en las abundantes alusiones explícitas o implícitas a Nietzsche que encontramos en la revista (a pesar de que ésta sólo publica citas del filósofo alemán insertas en otros textos), sino también en la presencia de autores como Max Stirner (nº 6, p. 74)y, sobre todo, en la adaptación al carácter "social" de la revista que pretenderá llevar a cabo Ramón en esa misma serie de artículos que lleva el título tan significativo (pues se propone como fundamentación filosófica de la "nueva política") de "La nueva exégesis" (números 1, 2, 4  y 7 ).

Esa triple combinación de elementos (renovación liberal, pensamiento vitalista y literatura novísima), que aparece resumida en el lema de la revista, "Fuerza, originalidad y liberalismo" (“Optimismo”, nº 13, p. 1), se presentaba como la particular fórmula propuesta por la revista para el alumbramiento de la nueva política, un complejo de factores de cuya íntima conexión nos dará cuenta el propio Javier Gómez de la Serna al reconocer, entrado el cuarto año de la publicación, el fracaso del proyecto: “El buen público no acaba de entrar en los versos nuevos, en los cuadros nuevos, en la nueva literatura y en la nueva política” (nº 25, p. 62).

Al mencionado lema responde igualmente la particular lectura que del futurismo hará la revista, así como el sentido de la conferencia "El concepto de la nueva literatura" (nº 6, pp. 1-32) (cuyo título no puede ser más significativo a la vista de las quejas del fundador), que Ramón leerá en el Ateneo valiéndose de su condición de Secretario de la Sección de Literatura. La conferencia, a su vez, cerraba una singular campaña de movilización de la juventud intelectual organizada por la revista en la primavera de 1909 (con Maura aún en el poder) en torno a la figura de Larra, joven intelectual y escéptico (como los destinatarios de la revista), que se situaba a la vez en los comienzos de la tradición liberal al cabo de la cual se encontraba el propio fundador, quien sin duda (coincidiendo con el apogeo del izquierdismo liberal y del Bloque) pretendía con el homenaje recuperar, como quería Ortega, los orígenes revolucionarios del liberalismo. En ese sentido, el banquete a Larra, que Ramón habría de definir como "cónclave de juventudes" (“Banquete en honor a ‘Fígaro’, nº 5, pp. 44-59)  vinculándolo explícitamente a la conferencia del Ateneo, constituía sin duda, por su carácter desenfadado y juvenil, un intento de ir atrayendo y congregando poco a poco a los jóvenes a los que buscaba Prometeo, jóvenes cuyo escepticismo y desconfianza hacia las prácticas políticas tradicionales se había hecho patente en las encuestas publicadas por la revista:

Estos jóvenes han pensado con toda consecuencia -¡oh, rareza!- que verificar con empaque un acto solemne, cuando se es escéptico y no se mira a las cosas con la religiosidad y las elucubraciones que la adulteran sería ridículo. Se han dicho –debemos portarnos con toda desfachatez y todo escepticismo. Además, en este caso, Fígaro mismo reclama un acto así. (...)

Se necesitaba un momento de estos que ayudara a la congregación espiritual de los jóvenes conocidos y desconocidos. Difícil hubiera sido concitarles bajo la invocación de un vivo como en los banquetes de La Plume; pero su iconoclastismo no tendrá inconveniente si es bajo la invocación de un muerto (“Banquete a Larra”, 281-282).

Sin embargo, en tanto producto de un contexto político determinado, Prometeo habría de ir modificando progresivamente su primitivo perfil político, especialmente después de producirse en octubre de 1909 la caída de Maura, uno de los principales objetivos de la revista en sus orígenes. Maura será sustituido en la Presidencia del Consejo por la cabeza visible del Bloque de Izquierdas, Segismundo Moret, quien a finales de 1909 nombrará Director General de los Registros y el Notariado a Javier Gómez de la Serna. Moret, sin embargo, no tardará en ser desplazado en febrero de 1910 por Canalejas, que, a su vez, nombrará Fiscal del Tribunal Supremo al fundador de Prometeo recuperando finalmente su escaño el fundador de Prometeo en las elecciones de ese año. De ese modo, superada por Gómez de la Serna la necesidad acuciante de una tribuna sustitutoria y encontrándose más cerca que nunca de entrar en el Consejo de Ministros, la revista reduce drásticamente sus artículos de tema político (progresivamente mermados ya por la descomposición del Bloque) en beneficio del contenido estrictamente literario. Apenas se mantiene la sección "Política" como tribuna desde la que, por medio de sus seudónimos, el fundador manifestará sus puntos de vista en relación con las cuestiones políticas del día, dirigiendo ahora sus ataques no sólo contra el tradicional enemigo conservador, sino también contra la cada vez más amenazante Conjunción Republicano Socialista.

Por otro lado, y como si se tratase de una recompensa por haber colaborado en el aupamiento político del padre, Ramón será nombrado, gracias a las influencias políticas de éste, Secretario de la Junta de Pensiones en París, desde donde seguirá haciéndose cargo de la dirección de Prometeo. Con la ausencia de Madrid del principal "agitador" de la revista y con la definitiva transformación de ésta en revista literaria, la operación de renovación política organizada en torno a Prometeo quedaba de ese modo finalmente desarticulada, revelándose como simple estrategia al servicio de un objetivo personal que no se podía sino identificar con la más rancia tradición de la "vieja política" dinástica. De hecho, a partir de ese momento, los textos del fundador, Fiscal ahora del Tribunal Supremo, se dirigirán hacia la consecución de su nombramiento como Ministro de Justicia, tal como ponen de manifiesto la serie de estudios jurídicos  "Problemas del porvenir" que publica bajo el seudónimo de “Ángel Laguna”.

Pero, paradójicamente, será precisamente un texto publicado en Prometeo el que acabará frustrando definitivamente las expectativas ministeriales del fundador. En su “Autobiografía”, dará una explicación de la caída en desgracia de su padre que arroja además cierta luz sobre la repercusión pública de la revista.

Mi padre tenía de vez en cuando un buen cargo público, pero sólo aspiraba a ser ministro. Los excitadores y las excitadoras de esa tentación preguntaban:

-¿Cuándo le hacen ministro, Javier?

Un día estuvo para serlo porque Canalejas había llegado al poder y tenía que pagar su deuda con él, pero aquel día le pilló en falta, pues impaciente había hecho que saliese Prometeo antes de lo debido y el nuevo presidente del Consejo, don Juan (sic) Canalejas, leyó un comentario político un tanto vengativo que hacía mi padre con la firma de Jagoser, y decidió borrarle de la lista de los futuros ministros 23.

23                “Autobiografía”, Revista de Indias, nº 89, 1946, p. 194.

Es probable que el texto al que se refiere Ramón sea el que, firmado efectivamente con el seudónimo “Jagoser”, apareció en la sección “Política” del número 27 con el título “Otra crisis”, en el que el padre de Ramón censuraba la composición del gobierno Canalejas, sugiriendo interesadamente la necesidad de un cambio en la composición del Gobierno:

¿Cómo no ve Canalejas el descontento y la desesperación de sus amigos más leales, viéndole injustamente camino del fracaso? (...) Por nuestra propia cuenta hemos de añadir solamente que es preciso aún esperar a que Canalejas pueda sortear las dificultades que le rodean dentro de su partido, para recobrar la libertad de sus movimientos, y poderse valer de los intelectuales de su agrupación que, identificados en absoluto con su ideales hace muchos años, le secundarán con brío...” (27, 284-5)

El texto, que habría de tener un efecto radicalmente opuesto al deseado por su autor, debió incomodar efectivamente a Canalejas, tal como se puede deducir de la rectificación que, acompañada de un exaltado panegírico del líder demócrata, incluye Gómez de la Serna en el número siguiente con el significativo título de “Triunfos y entusiasmos” (28, 315-6), donde se refiere además al eco de la crónica anterior en la prensa de la época.

Sea como fuere, la decepción del padre de Ramón en fechas inmediatamente posteriores a la última remodelación del Gabinete Canalejas en abril de 1912, en la que, tal vez a causa del polémico artículo de Prometeo volvió a quedarse sin Ministerio, se aprecia claramente en los últimos números de la revista, donde podemos ver cómo el entusiasmo reformador del animoso “Ángel Laguna” de los “Problemas del porvenir”, visible todavía en el número 36, pasa a convertirse en el en el texto autobiográfico “Mis confesiones”, del número 37 y penúltimo en una desencantada mirada retrospectiva a su trayectoria como hombre público. Finalmente, en el último número, el 38, no encontraremos ya ni la firma de Javier Gómez de la Serna, ni sus seudónimos, ni tan siquiera ya la propia sección “Política”.

Prometeo dura, por tanto, lo que duran las esperanzas de su fundador de emular a otros miembros de su familia llegando, al menos una vez, a la cumbre de su carrera como político del sistema. Es muy probable que en su mitad de personaje cultivado y de "espíritu progresivo" Javier Gómez de la Serna tuviera algún interés en una renovación del liberalismo en un sentido similar a la que manifestaba Ortega por esas fechas, y que en los primeros números de su revista intentara efectivamente, más allá de cualquier oportunismo, ensayar una fórmula en esa dirección. Pero, a diferencia de lo que ocurría en el caso de Ortega, su trayectoria estaba tan estrechamente vinculada a la "vieja política" del turno que, al verse reintegrado a las esferas del poder por la marejada política de 1909, no dudaría un momento en sacrificar tales inquietudes a la consecución del cargo, abandonando el proyecto inicial y dejando convertida a Prometeo en simple revista literaria con un espacio acotado para sus intereses inmediatos, en una singular mezcla de "nueva literatura" y "vieja política" que desde entonces habría de marcar indeleblemente la imagen de la revista, condicionando su valoración posterior.