Primavera de RAMÓN en Madrid
Del 26 de abril al 26 de mayo se ha
celebrado la Primavera de RAMÓN en Madrid en la galería de arte
CENTRO DE ARTE MODERNO. La exposición Un espacio de Ramón estuvo abierta todo el mes. Fue preparada por la Galería de arte y el BoletínRAMÓN. El 10 de mayo Ángel Marco realizó una lectura de textos de Ramón. El 17 de mayo se celebró una perfomance a cargo de Noni Benegas y Mario Merlino: La escritura diminutiva (membretes y greguerías) Del 22 a 25 de mayo tuvieron lugar las Jornadas ramonianas, ciclo de conferencias en torno a Ramón. |
índice: 1 Un espacio de RAMÓN: texto prólogo 2 Un espacio de RAMÓN: fotos 3 Lectura de textos de Ramón por Ángel Marco 4 La escritura diminutiva (membretes y greguerías) 5 La jornadas ramonianas 6 Libro proyectado 7 Libros presentados
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1 Un espacio
de RAMÓN: texto prólogo
Las sospechas del lector iluminan una intuición: que Ramón escribió siempre sobre sí mismo. Pero enseguida duda el intuitivo, porque en la escritura de Ramón no ve autobiografía, no ve la historia vivida traspuesta en la historia imaginada, aunque sí sepa –con saber no científico- que no puede dejar de ser así. El lector sabe que Ramón vivió en Madrid, en diferentes domicilios, y también en otras ciudades, como París, Estoril, Nápoles y Buenos Aires. Y sabe también –porque lo ha visto en las fotos- que Ramón se cuidaba de acondicionar su despacho donde escribía de una forma muy particular: rodeándose de un montón de objetos: espejos de formas variadas y caprichosas en la paredes, bolas de espejitos colgadas en el techo como si fueran planetas o lunas, máscaras, cuadros, tarros, jaulas, pipas, sillones, papel, placas de calle... hasta un farol en alguna de ellas. ¿Tendría algo que ver, estaría relacionado este abigarramiento del espacio de trabajo con la escritura de Ramón? El lector cree haber descubierto una de las claves principales del secreto del ramonismo: que su creador se alimentaba de los objetos menudos, a los que vaciaría de su ser en una especie de acto vampirizador con el que suplantaría su esencia y se apropiaría desde dentro de su aspecto y forma de ser. Otro día, sin embargo, el lector piensa que todo debió ser más normal, que seguramente a Ramón le gustaba rodearse de los objetos que más le gustaban, o quizá de aquellos objetos que a él más le inspiraran, como cuando el turista hace acopio de objetos-recuerdos del viaje realizado. La capacidad de evocación de los objetos... por ahí debe estar la clave. Un poco como si éstos constituyesen una especie de radiografía objetiva de lo vivido por nuestro escritor (a estas alturas el lector siente ya que nuestro escritor es un poco suyo también). Pero ahora duda, y duda porque no le parece que la razón de ser de que los objetos le rodeen sea lo vivido por Ramón, no; el lector imagina que quizá sea lo vivido por los propios objetos, es decir, que Ramón efectivamente vampirizaría el ser de cada uno de ellos y utilizaría sus experiencias como material literario. El lector no se atreve casi a formular su descubrimiento, por dos razones: una, porque no es original, ya antes otros críticos han visto esta misma relación de Ramón con los objetos que él acaba de vislumbrar, y dos, porque en el fondo piensa que se queda corta, que no acaba de explicar bien la clave de la escritura de Ramón. El lector vuelve a repasar lo que sabe del escritor: que se hizo su primer despacho a la medida en su habitación propia del domicilio familiar de la calle de la Puebla, de Madrid, a finales de la primera década del siglo; que lo trasladó luego al hotelito de María de Molina a principio de los años veinte y que en esa misma década creó su espacio más personal en el Torreón de Velázquez con los restos recuperados de éste y con las nuevas aportaciones conseguidas en esos años de gran producción literaria y reconocimiento intelectual. Ya con Luisa Sofovich se traslada a su primer domicilio propio burgués en la calle Villanueva, y en su nuevo despacho Ramón no sólo se rodea de sus objetos predilectos, sino que por primera vez cubre las paredes de fotos, en un febril proceso de acumulación, que tanto sirve de barrera que le protege del exterior, como de entorno algo parecido al paraíso perdido del claustro materno, una especie de caldo de cultivo que le sirve de autoafirmación, de maduración de sus anhelos, de filtro a través del cual le entra la realidad y, sobre todo, de filtro a través del cual va a salir su literatura, porque ésta será un continuo fluir de su alma, de su vida y de sus sentimientos, camuflado todo ello con la apariencia risueña del objeto próximo. Los objetos, y las fotos, serían las membranas que le independizan del mundo. Las muletas con las que caminar por él. Los ojos a través de los cuales puede mirar fuera. Los túneles por los que le llega el aire nuevo. Pero siempre es Ramón quien recorre el camino, gustoso él de la imagen del irse vaciando de la sangre roja de su tinta, ayudado por las sanguijuelas de los objetos que le rodean (de esta forma, piensa ahora el lector, no es Ramón quien vampiriza a los objetos, sino los objetos quienes le vampirizarían a él). En este espacio de Ramón, que ahora puede verse en Madrid durante un mes, la idea es recrear algo de lo que imaginamos que pudo haber sido, y para ello no nos pararemos en las incoherencias y falsas afinidades: éste semisótano no es el de Pombo, sino el piso tercero de Villanueva, o el piso quinto de Hipólito Irigoyen en Buenos Aires; no es su casa, ninguna de ellas, sino el hueco cálido y húmedo disponible en este barco que está anclado a la vez en Buenos Aires y Madrid que es el Centro de Arte Moderno; este sitio acoge a la maniquí que ya no es de cera pero que seguro que es un familiar lejano de la que sí lo era, representante de aquella que vivió un tiempo de Ramón que ya estaba pasando con la llegada de los nuevos ojos vivos y cercanos de Luisa; y la voz que se oye no sale al espacio montada en las ondas de la radio, no, sino que vuelve una y otra vez sobre el visitante, envolviéndole como envuelve el cacareo de las gallinas del corral de Ramón a quien busca la siesta de agosto. El asiento junto a la maniquí nos permitirá sentirnos gorditos y con flequillo por un instante, justo el tiempo de la foto que nos fijará junto a ella en el libro recuerdo que, quien sabe, muchos años más tarde, en otra exposición furtiva, alguien colocará discretamente a la entrada, o a la salida, para que los visitantes se busquen entre los que les precedieron. En vez de San Ramón Nonato, Ramón podría ser muy bien Ramón Nomuerto.
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2 Un espacio
de RAMÓN: fotos
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tres vistas de la exposición
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Lectura de textos de Ramón por Ángel
Marco El actor, locutor y profesor Ángel Marco leyó algunos textos seleccionados de Ramón, de las novelas La viuda blanca y negra y El novelista, de El Rastro y de la pantomima La bailarina.
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La escritura diminutiva (membretes y greguerías) Perfomance a cargo de Mario Merlino y Noni Benegas, con textos de Oliverio Girondo (membretes) y Ramón (greguerías)
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5 La jornadas
ramonianas Se
desarrollaron los días 22, 23, 24 y 25 de mayo, a partir de las 20,00
horas, prolongándose a la noche con cena en locales cercanos.
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6 Libro
proyectado Para el año próximo se proyecta editar el libro de Actas y Catálogo de la exposición, reseña de actos y recuerdo de la Primavera de Ramón en Madrid. |
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7 Libros presentados
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![]() Ramón Gómez de la Serna. Edición, selección y edición de Luis López Molina. Albert editor, Madrid 2007, 340 páginas |
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![]() Ramón Gómez de la Serna. Dibujos de David Vela. Editorial ACVF. Madrid 2007, 96 páginas |
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