volver a página de accesoRamón Gómez de la Serna
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dibujo de Ramón
La mirada de Ramón es una mirada con variedad de escalas; es capaz de enfocar desde el gesto acostumbrado de lo cotidiano hasta el ser que flota vagando por el barrio apartado o por entre las callejuelas de la ciudad, para caracterizarla cariñosamente.
Ramón vive los espacios porque los usa, abandonado a la propia naturaleza de los actos, dejándose impregnar de su sentido más íntimo.
De esta manera -sus paseos por la ciudad no son neutrales-, nos va dejando una poética del espacio (es el único escritor español citado en el célebre libro de Gastón Bachelard, La poética del espacio, Fondo de Cultura Económica, México, 1965, página 282: "Las puertas que se abren sobre el campo parecen dar una libertad a espaldas del mundo") en la que la arquitectura, como construcción en la que se vive, está siempre presente.
Un ejemplo: en su libro Nostalgias de Madrid, el capítulo titulado Los pasillos:
"Ya quedan en Madrid, pocas casas con largos pasillos; pasillos que eran necesarios para la congrua peripatesis vital.
Lo que falta en el hombre -y por eso sus precipitaciones actuales- es esa reflexión casera, ese conminar su impulso en el perímetro interior de la casa. (...)
Si el hombre anda por un pasillo, por un patio, hasta por un corral, se volverá más sensato, más comprensivo, y su proceder será más ateniente a las circunstancias históricas.
(...)
¿Cómo les salían tan extensos pasillos a los arquitectos de entonces, cuando a los de ahora les salen tan cortos, si no les sale el living pelado?
Parece que los arquitectos de entonces tenían más espacio para plasmar sus arquitecturas y, además, no querían que unas cosas estuviesen sobre otras, dando a las habitaciones una tregua para llegar a ellas y para que pudiesen tener personalidad e independencia.
Quizá también sucedía que se hacían pequeños líos en sus planos, y de ese enlaberintamiento sacaban partido los seres vivientes que se asentaban en sus viviendas.
El arquitecto moderno se ha visto precisado a sintetizar, se le ha exigido hacer una casa extendida en sentido vertical y no horizontal y ha prescindido de los pasillos.
(...)
El que se pasea por los pasillos lleva el gallo delante -el gallo de la idea-, y sigue su comportamiento avizor, su nervioso empinamiento que acaba en el cacareo que da la clave de lo que se quería decir."