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rastroplano.jpg (38176 bytes)
zona del rastro en el plano de Ibáñez Íbero (ver Madrid).
A la izquierda arriba se ve la Puerta del Sol (A), a la derecha el Paseo del Prado (B), que concluye en la glorieta de Atocha (C), de donde sale la Ronda de Toledo (D)

RastroPRO.jpg (309778 bytes)
portada de la primera edición
(Valencia: Prometeo, 1914)

Camón Aznar (Ramón Gómez de la Serna en sus obras, Espasa-Calpe, Madrid, 1972) refiriéndose a este libro, escribe:
En el Rastro las cosas comienzan una segunda vida. Quizá no tan intensa, pero muy patética. No hay cementerio para las cosas. Las cosas no mueren. Y es precisamente aquí, en el Rastro antiguo, amontonadas, jubiladas, arrancadas del hogar, donde adquieren una más fuerte prestancia, una personalidad más entrañable y enteriza. Ésta es la gran aportación de Ramón. Su gran secreto. Ha descubierto el inmenso poder expresivo de cada objeto y nos lo relata en toda su cruda potencia. Porque Ramón nos ha revelado que el mundo es expresivo, que cada cosa no es algo inerte y definitivamente formada. Que todas las formas están sin cuajar. Que cada una tiene su drama, su historia, su pasado y su futuro. Y sobre todo, que todas las cosas están enlazadas al hombre. Por eso la importancia fabulosa de su Rastro."
El Rastro es un mercado callejero que alcanza su apogeo las mañanas de los domingos, cuando toda la Ribera de Curtidores -y las calles aledañas- se llena de puestos de venta ambulantes en los que se vende de todo lo usado, y un gentío apretado se mueve con dificultad calle abajo -y calle arriba- buscando, mirando o paseando simplemente.
Ramón publica El Rastro en 1914, en la editorial Prometeo, de Valencia.
Luis López Molina, en la Introducción a la edición de El Rastro de Espasa Calpe (Madrid, colección Austral, 1998), dice:
"La publicación del El Rastro representa un avance decisivo en la carrera literaria de Ramón. En realidad, su vida de escritor, empieza ahora. El Rastro es su primer trabajo aceptado por una auténtica editorial (hasta entonces había publicado a sus expensas o en su propia revista), su primer libro adulto y -añadimos nosotros, desde nuestra perspectiva- su primera obra maestra" (pág.40).
Más adelante, sigue diciendo:
"
(...) en este prólogo (se refiere al de Ramón en el Rastro), Ramón distingue entre el Rastro como realidad objetiva y el libro que él le dedica. En uno y otro plano, va a explicar lo que el Rastro lugar y 'El Rastro' libro sí son y lo que no son. El Rastro no es un lugar simbólico, ni un rincón con carácter local, ni una feria de antigüedades, ni unas ruinas, ni un sitio al que se va de excursión, ni un museo, ni una atracción turística (porque ninguna guía sabría explicarlo, que es precisamente lo que él se propone). El Rastro, en cambio, sí es como una gran playa a la que van a parar los restos de todos los naufragios y sí es un depósito vastísimo de objetos que nos invitan a sumergirnos en ellos. 'El Rastro', por su parte, no es un libro informativo, ni sentimental, ni escrito al dictado de un deber, ni ordenado, ni iconoclasta, ni retrospectivo (al revés, es puro presente y una gran abertura al futuro). Sí es un lugar para la palabra y las imágenes, sí es una inmersión en las cosas, una atención prestada a ellas (más que en su materialidad en cuanto "maravillosas asociadoras de ideas"), sí es una obra de sinceridad y libertad que aspira a llevar "alivio y conformidad" a los lectores. En definitiva, un libro "idiota, dramático y regocijante"".